Fue otro de esos días inolvidables, por la calidad de los artistas y de la gente que asistió. En el Salón de Actos del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD) había huecos, aunque como mínimo la asistencia llegó a 60 personas.
Hasta este verano, en el Festival Juan Talega de Dos Hermanas, servidor no había reparado suficientemente en Rubito Hijo. Allí me deslumbró. Hice por hablar con él, y por segunda vez me deslumbró. Ahora, por su generosidad, su sencillez, su bondad. El resultado fue lo que vivimos el 8 de marzo.
Como hacemos siempre, primero fue la entrevista, llevada esta vez, de forma magistral, por nuestro directivo Paco Rey. Rubito nos contó cómo el flamenco estaba siempre presente en su casa (su padre es Rubito de Pará, excelente cantaor por derecho), y para él era como un juego.
Habló de su pueblo, nada menos que La Puebla de Cazalla, y el ambiente flamenco de allí. Y de sus abuelos, trabajadores del campo que cantiñeaban sus cositas. Salieron los nombres de Francisco Moreno Galván, José Menese, Diego Clavel, Manuel Gerena, Raúl Montesinos, La Yiya y Pepe el Boleco, entre otros ilustres moriscos. Salió la emigración temporal a Ibiza, llena de paisanos de La Puebla, donde su padre montó un tablao que está también en su infancia.
Como dijo, con palabras hermosas y sabias, escuchar a grandes artistas y “mirar para atrás” ha sido su escuela. Rubito se estrenó en la Peña Torres Macarena con 14 años, en un concurso de saetas. Ha recibido numerosos premios, entre los que sobresale, en 2003, la Lámpara Minera, del prestigioso concurso de La Unión (Rubito Hijo es el tercer ganador de este concurso que nos visita, tras Rocío Márquez y Jesús Heredia, que además siguen siendo amigos de la Peña).
Nos habló de los concursos, de lo bien que lo hacen en La Unión y, por el contrario, de la poca trascendencia de otros certámenes que, sin embargo, son de envergadura. Y es que el flamenco es mejor tratado, en todos los sentidos, y más respetado, fuera de Andalucía que en nuestra propia comunidad autónoma. No es el primer artista que constata esto. Algo hay que cambiar, en los medios de comunicación, en la escuela, etc., para que el flamenco reciba aquí el trato que merece. Más aún: parece que en vez de artista hay que ser “arquitecto” (o experto en Derecho, Empresariales y Economía, añado), porque ahora todo va por proyectos. La burocracia también se ha instalado en el arte. Y esto no es bueno, porque está en las antípodas de la creatividad.
Prefiere Rubito Hijo los “cantes básicos”, cosa que demostraría luego. Habló de sus discos, en especial del más reciente, Sincero, que servidor puede asegurar que es una maravilla. A pesar de los pesares, es optimista sobre el futuro del flamenco, porque hay cantera. Todo su discurso fue relajado y sabio, a pesar de que aún es joven.
Abrió la actuación por tonás. Luego, con la guitarra de Marcos Serrato, hizo soleares, tientos y tangos, y culminó por seguiriyas. En todos los cantes se explayó. Rubito canta por derecho. Directo. Y clásico, mirando a los maestros pero, atención, aportando su personalidad y su sentimiento. No imita a los referentes, sino que los ha incorporado a su forma, a su entendimiento, que es profundo, largo y original.
La voz de Rubito Hijo llama la atención, de entrada, por su potencia y su tesitura laína. Dicen que las voces así son más apropiadas para fandangos, malagueñas, cantes mineros… Pues no. Lo demostró Manuel Vallejo y lo demuestra Rubio Hijo: si se canta con el corazón, una voz así te desgarra por seguiriyas, te hace vibrar por tientos y tangos, te lacera por tonás, te mece y conmueve por soleá. Imprimió a sus cantes todo tipo de matices. Fue capaz de navegar por lo lastimero y por el agua clara, poniendo alma y corazón, que supo transmitir hasta el punto que se vieron lágrimas de emoción. Además, nos hizo recordar a Enrique Morente, a Manolo Caracol, a Chiquetete… Una lección de flamenco, de flamencura, de intensidad.
Una palabra sobre el guitarrista, el joven pero experto Marcos Serrato: Sencillamente, dio todo un recital sobre cómo hay que acompañar al cante. Sobrio pero adornado en la justa medida cuando había que hacerlo, apoyando el cante, atento a todo con una solvencia plena. Seguro que el maestro Melchor de Marchena lo hubiera felicitado. Ole por Marcos.
Después vino, como siempre, el ratito en El Entramado, donde está la Peña. Marcos tenía que irse, pero Rubito se quedó con nosotros. Otra vez demostró que es una persona humilde, de trato más que agradable. Flamenco integral. Como su padre, Rubito de Pará, que nos acompañó en todo momento, y el cantaor aficionado, también morisco, Manolo Catato. Entre las cosas mejores de la noche, la sabia conversación de ambos, la alegría de escucharlos hablar de flamenco, de la emoción, de Moreno Galván, de La Puebla.
Una vez más, la generosidad de los socios y socias llenó de viandas las mesas. Esas tortillas de patatas, esas papas aliñás, etc., nos acompañaron en las mil conversaciones que tuvieron lugar. También, como siempre, en un ambiente distendido, amigable, en el que el tema principal fue, sin duda, cómo nos había conmovido Rubito Hijo. Otra vez hubo gente nueva que quedó prendada de las cosas que pasan en esta Peña.
Especial mención quiero hacer a la sensibilidad flamenca de la gente de Utrera que nos acompañó. Aunque son, como pasa en el flamenco, muy del cante de su pueblo, tan maravillosamente gitano, supieron apreciar al máximo el cante de Rubito, que les deslumbró. Más de cuatro de los asistentes no lo habían escuchado antes y la sorpresa fue mayúscula.
Gracias a todos. Y muy especiales a Paco, Mibri, Manolo de Triana, Manolo de Alcalá (¡qué alegría volverlo a ver!), etc., tan atentos a todo para que todo saliera lo bien que salió. Y sobre todo a Marcos Serrato y a Rubito Hijo, que desde ese día tiene, al menos, 60 nuevos fans. Y lo que queda. Gracias al Vicerrectorado de Cultura de la UPO, a Extensión Cultural (otra vez genial Cristian, atento a todo y, encima, participando), al CABD, a la gente que asistió.
Queda el prodigio de lo vivido en el Salón de Actos. Creo que impregnando sus paredes van quedando cosas mágicas, como ecos, hilos sensibles, alientos que han ido dejando los artistas que han estado, magia que se activa cada vez que llega otro artista. Allí han depositado alma Juan José Amador, Inés Bacán, Esperanza Fernández, David el Galli, Ana Gómez, Carmen Linares, José Manzano, Rocío Márquez, Joselito Méndez, Alba Molina, Angelita Montoya, Mari Peña, Tomás de Perrate, Manuel Requelo, La Susi, José el Tremendo, María Vargas, Pepa Vargas, Juan Villar hijo. Y, con sus sonantas, José Acedo, Davinia Ballesteros, Miguel Ángel Cortés, Gaspar Fernández, Paco Fernández, Amador Gabarri, Manuel Herrera, Paco Iglesias, Lucas de Jerez, Antonia Jiménez, Alberto López, Manuel de la Luz, Antonio Moya, Kaveh Nassehi, Eduardo Pacheco, Pedro María Peña, El Perla, Pedro Sánchez, Lola Yang, Calixto Lee. O Soraya Clavijo, Joselito Fernández, Carmen Ledesma, La Manmen, Carmelilla Montoya y Luisa Palicio con su baile. Incluso la percusión de Javier Teruel y Miguelito Vargas, incluso la flauta de Ermanno Panta. Y todo ese poso alimenta cada nueva presencia de artistas. Ese salón está ya lleno de memoria flamenca. Ahora, Rubito Hijo, con Marcos Serrato, dejan también su huella. Estremecedor. Apasionante.
También ocurre que los artistas que vienen, que siempre son personas de primera, perciben la pasión y el cariño. Aquí no hay prensa que airee estas cosas. No salen críticas en los periódicos al día siguiente. Pero están las voces de quienes asistimos, para decir a los cuatro vientos que el flamenco vive y que Rubito Hijo es uno de los responsables de esta maravilla.
Las próximas, todas en marzo, serán de otro tipo, pero también necesarias: el 21 intervenimos en una sesión de Enseñanzas Prácticas y de Desarrollo para alumnado de Trabajo Social y Educación Social, en la que, entre otras cosas, se presentará la Fundación Manuela Carrasco. Aunque no será un espectáculo, esta diosa del baile estará allí. El 22, una charla-coloquio con Carmen Pulpón, una de las principales investigadoras del flamenco en la actualidad, en la que habrá también arte. Y el 25, actuación de artistas de la Peña en Capitanía, donde el año pasado la liaron, y por eso nos han pedido repetir. ¡Esto no para!
Fernando Carlos Ruiz Morales
Presidente de la Peña
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