lunes, 22 de octubre de 2018

Luisa Palicio en el ciclo 'Las mujeres como transmisoras del flamenco'

El 19 de octubre queda grabado con letras de oro en los anales de la Peña. En el Salón de Actos del CABD tuvimos la oportunidad de compartir y de disfrutar del arte de Luisa Palicio. Con el Salón prácticamente lleno, presentó el acto la Vicerrectora de Cultura y Compromiso Social, Elodia Hernández, que demostró así su implicación con el flamenco y con la Peña. Genial.


Tuvo lugar, en primer lugar, la entrevista a Luisa, realizada por nuestra compañera Ángeles Cruzado, que es una prestigiosa periodista especializada en el flamenco, y una autoridad en todo lo concerniente a la historia de las mujeres en este campo.


Entre otras cosas, Luisa hizo una brillante reivindicación de la escuela sevillana de baile, de la que señaló que es algo más que braceo, bata de cola, feminidad y uso de complementos. Efectuó además una llamada al reconocimiento de las artistas de esa escuela, como la gran Milagros Mengíbar.


Se mostró crítica con determinadas “innovaciones” que realmente aportan poco o nada, o que se van “por las ramas”. Lo dijo bien claro: “el ‘todo vale’ no es bueno para el flamenco”. Hay que “mantener las esencias” y, desde ahí, incorporar cosas.


Nos habló de su faceta como profesora de baile, y de cómo el “pellizco” y la “fuerza” la lleva quien la lleva, sea de donde sea. También mencionó el especial respeto hacia el flamenco que observa en el extranjero, y señaló su predilección por la soleá, que considera un estilo íntimo desde el que expresa muy a gusto su mundo personal.


La entrevista fue una delicia. Llena de mensajes claros, con fundamento, que interesaron sobremanera a la audiencia. Sirvió para conocer mejor a la persona, y para pensar.


Luego llegó la actuación. Abrió el gran guitarrista Pedro Sánchez, que es hijo de Naranjito de Triana y, por tanto, lleva el flamenco desde que nació. Lo demostró en el solo de guitarra, con un toque fluido y de una sonoridad flamenquísima, que prolongó en el acompañamiento.  



Después se sumó el cante de Ana Gómez por tangos de Triana, en los que nos acordamos especialmente del maestro Paco Taranto. La voz de Ana es distinta y muy personal: con su tono grave y poderoso, nos impresionó muy gratamente. 


Ya había empezado la magia, pero lo que estaba por venir… Primero una serie maravillosa por alegrías, que empezaron por las de Córdoba. Luego, por bulerías. Luisa nos demostró todo lo que había dicho en la entrevista. 



Entregada, con bata de cola y mantón, dibujaba aromas de jazmín, de yerbabuena y de rosas. Cómo jugó con el mantón, que me recordó a la soleá del mantón de Blanca del Rey. Cómo la bata de cola era puro donaire que viajaba al cielo y volvía removiendo la tierra… 



Las manos, los braceos, el silencio, las estampas, eran sublime expresión de sentimiento y de belleza. Los gestos, los movimientos y los pies, un rabioso arcoiris de delicadeza y gracia, y a la vez de arrebatada y de atronadora pasión. 


En efecto: era ella, desde la tradición, creando cosas nuevas. Servidor se descubrió de pronto atenazado, con la boca abierta, embrujado. Una experiencia turbadora. El corazón, desbordado. Había pasado un ángel. Y un torbellino. Encima, Ana y Pedro, aportando su personalidad para que la más alta liturgia de la emoción fuera posible. 



¿Qué es el flamenco? Luisa Palicio, Ana Gómez y Pedro Sánchez nos lo han dicho bien claro: el flamenco es herirte con un gesto de pronto, para siempre. Eso ha ocurrido.


Vino después la reunión en la Peña, en la que esta vez los artistas no pudieron participar. Pero ya lo habían dado todo. Como siempre, la reunión fue el colofón ideal. Por allí había tortillas de patatas, chacinas y otras delicias que alguna gente trajo, en alarde de generosidad. Había personas conocidas, otras nuevas. Corrillos animados por todos lados, hablando de la genialidad que habíamos presenciado, de los proyectos de la Peña, de flamenco, de todo. 


Por allí andaban, en un ambiente distendido y animado, mucha gente de la Peña, incluida la propia Elodia Hernández; varias profesoras y más responsables de la UPO, como el Secretario de la misma, José María Seco (¡nuevo socio, ole por él!), Daidee Veloz (coordinadora del Servicio de Extensión Cultural de la Universidad)… Esta vez nadie se animó a cantar, pero no importaba. Estábamos muy a gusto charlando, y había muchas cosas que de las que hablar.


Muchas gracias a la gente que asistió, y las personas nombradas, al Vicerrectorado de Cultura y Compromiso Social, al Instituto Andaluz del Flamenco, al Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, a todos los socios y socias, a Kaveh, Manuel, José Manuel,… Que hicieron posible que esto saliera como salió. Y gracias especiales, claro, a Luisa, Ana y Pedro por su maestría, su pasión, su generosidad. Inolvidable.


Fernando C. Ruiz
Presidente de la Peña

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