domingo, 22 de noviembre de 2015

Mujeres transmisoras de flamenco: Mari Peña


Si la primera actividad del ciclo “Las mujeres como transmisoras del flamenco”, con Esperanza Fernández y Pepa Vargas (además de Miguel Ángel Cortés) fue memorable en todos los sentidos, esta no le ha ido a la zaga en absoluto. Suma y sigue, porque una de las cosas que buscamos en este ciclo son los contrastes estéticos, además, por supuesto, de la calidad humana y artística, y de la comprensión de este complejo y riquísimo mundo cultural que es el flamenco.


El salón de actos del CABD de la Universidad Pablo de Olavide estuvo casi lleno, con fuerte presencia de gente de Utrera, como no podía ser menos. También mucha gente que estuvo en la primera actividad del ciclo, que como les encantó, repitieron… ¡y van a seguir repitiendo!



En la primera parte, Triana Mancheño (socia utrerana de esta peña flamenca, hija nada menos que de Carmen Montiel y el Turronero, bailaora y profunda conocedora) entrevistó a Mari Peña. En un tono familiar y amenísimo, Mari nos habló de su idea del flamenco, su vida, las mujeres que le han influido en este arte, estilos, lugares, estética, la familia, los cambios,… De la mano amable y entendida de Triana. Una delicia y una fuente de conocimiento. De entre todas las cosas interesantes que salieron, quiero resaltar tres: Mari no separa el arte del resto de su vida; su humildad, y la frase del cantaor alcalareño Manolito el de María “yo canto lo que he vivido” que ella hace suya con todas las de la ley. Flamenca de verdad, como flamenca fue toda la entrevista, que culminó con unos pendientes que Triana regaló a Mari como recuerdo del momento. Ole.




En la segunda parte, la actuación, acompañó a Mari el enorme tocaor Antonio Moya, su marido. Hicieron unos tientos y tangos enormísimos, sugerentes, emocionantes, sabios. Una maravilla. Luego, por soleares de distintos estilos, entre las que los ecos de Rosalía de Triana y de Fernanda de Utrera, entre otros, nos hicieron vibrar. Después, por bulerías, acompañada a las palmas por Triana y Mari Ángeles. Otro monumento. Sobre todo cuando se metió en canciones por bulerías a la manera excepcional de Utrera. Entonces, nuestro amigo y socio Manuel Requelo, artista por los cuatro costados, no pudo aguantar más: se subió al escenario y se metió unas pataítas que vaya tela. Levantaron al público. La televisión de Utrera fue testigo de esto.

Desde luego, otra experiencia inolvidable. Y otra vez la gente salía alucinada: por el arte y por el testimonio. La verdad es que el formato de estas actividades es excepcional, porque primero conocemos mejor a la intérprete, lo que permite que la actuación sea excepcional: la artista ya nos ha abierto a su mundo, ya está inspirada, ya quiere comunicar. Y el público entiende mejor lo que nos dice, está especialmente receptivo. Emoción y vida.

De nuevo, como había ocurrido con Esperanza Fernández y Pepa Vargas, gente interesada, al terminar, en pertenecer a la Peña, en venir a más actividades, en mantener tertulias, en aprender y disfrutar con el flamenco.
Al terminar, como solemos hacer, los socios/as e invitados de estos, así como los artistas, nos trasladamos al local de la Peña. Y vaya tela. 

La gente de Utrera puso el listón altísimo. Vaya potaje que nos regalaron (¡gracias especiales a Ángeles Rodríguez Sánchez que fue la cabeza visible de este Potaje Master Chef nocturno!), vaya papas aliñás, vaya empanada, vaya aceitunas aliñás… ¡vaya de todo!. Gracias una vez más a todos los socios y socias que pusieron su granito de arena al compartir desinteresadamente su arte culinario.  
El patio se puso a rebosar. Charlas, risas, proyectos,... Allí estaban, entre otros, los protagonistas principales de la noche, la gente de Utrera; Isa, Mercedes, Ángeles, Triana, Consuelo, Salvador, Tomás, Juan, Manuel Requelo,… (no nombro a todos, que voy corriendo); los artistas que nos acababan de deleitar y enseñar, más gente de Utrera como una tía y un tío de Triana –Gaspar de Perrate-, y algunos más… . El sector de Alcalá, con Paco Rey, José Manuel Mibri y Manolo García al frente; Elodia Hernández, la Vicerrectora de Cultura y Compromiso Social, socia igualmente; un profesor de Sociología de la Universidad de Bruselas, profesores de la UPO, investigadoras del Instituto de la Grasa, aficionados de Sevilla… y decir que echamos de menos la amena charla de Juan Manuel Suárez Japón, exrector de la UNIA e incansable difusor del arte flamenco (su última publicación es Sinelo Calorró: Conversaciones con Manuel Morao), que tuvo que ausentarse después de la actuación.








Después de comer, la fiesta. Antonio Moya y nuestro amigo Kaveh desenfundaron sus guitarras (¡vaya guitarras!), Manuel Requelo se puso a cantar, empezó el baile, se lanzó el tío de Triana, Gaspar, que soltando su bastón se marcó un baile y cante por bulerías que vaya tela,… El remate lo puso la propia Mari Peña, que si estuvo genial en la actuación, ahora estaba pletórica. Y repito: vaya par de guitarras. Ole y ole.
El de Bilbao me decía una cosa muy interesante: “me encanta el flamenco, he recorrido muchas peñas y me he sentido como rechazado, pero aquí me siento acogido y como en casa”. Se ha hecho socio, claro.
Y una autocrítica, aunque pequeña: yo sé que, desde que empezó en cante y el baile en el patio, el nivel fue altísimo. Tanto, que espontáneamente la mayoría de la gente aplaudió desde que Requelo con los dos guitarristas y Ángeles al baile empezaron a derrochar arte a raudales. A mí me corta eso, porque me recuerda más a los espectáculos que a lo espontáneo. Es verdad que el nivelazo era como para aplaudir hasta reventar, pero eso, creo, puede atenazar a quien quiera darse una pataíta o hacer un cantecito sin tener tantos recursos artísticos. Creo, vaya. De todas formas se lo comenté a otro amigo, un médico utrerano y flamenco (porque además fue bien flamenca su contestación), y me contestó: “Si quieren aplaudir que aplaudan, que lo primero es la libertad”. Ole.
En definitiva: otra cosa maravillosa. Desde luego, no hay más remedio que reconocerlo: ¡viva y viva Utrera!
Y la próxima, el 17 de diciembre, para culminar el ciclo dentro de la variedad que mencionaba al principio: Angelita Montoya y Alba Molina.

Muchas gracias a todos los asistentes (y a los socios/as que por diversos motivos no pudieron asistir), porque están haciendo posible el milagro de esta Peña.



Fernando C. Ruiz Morales                
Presidente de la Asociación Cultural Flamenca de la UPO

José Manuel Mibri                      
Secretario                             

domingo, 8 de noviembre de 2015

Mujeres transmisoras del flamenco; Esperanza Fernández


Se inició el ciclo cultural “Las mujeres como transmisoras del flamenco” con la primera de sus tres actividades: nada menos que Esperanza Fernández con Pepa Vargas, su madre. Fueron entrevistadas en la primera parte por el antropólogo Rafael Cáceres, y en la segunda parte, la actuación, tocó la guitarra Miguel Ángel Cortés.
Por si alguien no lo sabe, debo decir que Esperanza Fernández es una cantaora cuyo enorme y merecido prestigio traspasa ampliamente nuestras fronteras. Es una de las cantaoras más importantes de la actualidad, cuyo caché ni de lejos podría alcanzar actualmente la Peña. Y Miguel Ángel Cortés está considerado uno de los principales guitarristas de la actualidad, siendo para muchos el mejor hoy en día al acompañamiento. ¿Por qué estuvieron entonces ayer con nosotros? Porque son flamencos. Porque tienen un corazón como la copa de un pino. Porque tienen una conciencia muy clara sobre la importancia del flamenco como manifestación cultural mayúscula que hay que promover. Ni más ni menos. Ya todo esto nos indica la importancia del evento al que asistimos. Pero hay más…
Para empezar, inauguró el ciclo  la Vicerrectora de la Universidad Pablo de Olavide, Elodia Hernández, con hermosas palabras en las que mostró su apoyo a la Peña. Un apoyo real que permite la existencia de la Peña: apoyo en infraestructuras y servicios de todo tipo, además de económico. Habló después un servidor, simplemente presentando el ciclo en general y lo que venía a continuación.

La primera parte de la actividad, la entrevista, fue conducida como dije por Rafael Cáceres, uno de los más importantes estudiosos del flamenco como científico social, profesor de la UPO, y socio de la Peña. En el escenario, con él, Esperanza Fernández y su madre, Pepa Vargas. Los 40 minutos de la entrevista se nos hicieron cortísimos a todos los presentes, que escuchamos encandilados, en un silencio atentísimo, solo roto por algún niño pequeño presente entre el público (¡pero tiene que haber niños!). 


Nos hablaron, madre e hija, sobre su infancia, su aprendizaje del flamenco, la realidad de la mujer en el mundo flamenco, las influencias perdurables que recibieron,… Absolutamente revelador, tuvimos un testimonio vivo de la historia del flamenco desde hace más de 60 años. Un testimonio vivo y además enormemente ameno, claro, humanísimo. Un baño de cultura como la copa de un pino, en un ambiente relajado y a la vez denso en contenidos y con una prodigiosa amenidad. Si Pepa me sorprendió por sus explicaciones desde la infancia lebrijana sumergida en el centro del mundo flamenco, Esperanza lo hizo por su rotunda claridad y su saber. Ambas, por su transparencia, sus opiniones fundamentadas, su sinceridad. Es que son artistas hasta hablando, y nos permitieron aprender más sobre el flamenco y sobre la vida, papeles, transmisión, profesionalización y más temas en relación con las mujeres en el flamenco. Pero más: el gran cantaor Curro Fernández, marido de Pepa, padre de Esperanza, estaba allí, e hizo algunas intervenciones igualmente de enorme interés. El turno de preguntas del público fue muy breve, por no pasarnos del tiempo, pero había para muchísimo.
 

En la segunda parte, tanto Esperanza como Miguel Ángel nos demostraron por qué son quienes son en el flamenco actual. Empezaron con unas cantiñas del Pinini, a las que siguieron unas seguiriyas (porque las mujeres también pueden doler por seguiriyas, aunque algunos antiguos opinaran, hace años, lo contrario), y tangos de Pastora Pavón y de la Repompa de Málaga. Entre otras cosas, hay dos que quiero destacar: una, la enorme y deslumbrante riqueza de matices de la voz de Esperanza, que sinceramente me conmovió, sobre todo en las seguiriyas y en algunos tercios de los tangos. Otra, la maestría absoluta de Miguel Ángel Cortés. 


Tras esto, subió al escenario, a invitación de la propia Esperanza, Pepa Vargas, para hacer, entre ambas, unas bulerías. Ahí reventaron el salón de actos del CABD, donde se celebró el evento.

De forma especial, la voz rota, antigua, gitanísima, de Pepa, que se trasladó a su Lebrija natal, y nos evocó a la Perrata entre otros, nos dejó a todos alucinados. Impresionante, simplemente impresionante la interpretación que hicieron. 
Cerró Esperanza por bulerías, poniendo así la guinda a una actuación que recordaremos siempre. Tengo que decir algo más de la actuación: olvidé decir a Esperanza, antes de empezar, que si podía relacionar los cantes con la temática tratada en la entrevista. Sé que era una difícil propuesta, pero quería intentarlo. El caso es que, con los trajines del principio, se me olvidó proponérselo. Pues bueno: Esperanza relacionó los cantes que hizo con los contenidos de la entrevista, y en buena medida hizo además un homenaje a las mujeres cantaoras. Su enorme sensibilidad, su enorme inteligencia, su enorme capacidad, están más allá. Ole y ole. Disfrutar y aprender, es lo que nos permitieron a los privilegiados que asistimos al acto, pero además con una intensidad y niveles fuera de lo común.
El público salió, como no podía ser menos, encantado de la experiencia vivida, que está más allá de una entrevista y más allá de una actuación. Salió con ganas de más. Varias personas se me acercaron con interés en hacerse socios de la Peña, e incluso algunos (a quienes desde aquí doy la más calurosa bienvenida), directamente, se apuntaron a la salida.
Después teníamos la reunión de los socios en el local donde tenemos la Peña. Y temía que los artistas quisieran irse directamente a su casa, pero otra vez se impuso su flamencura.






Estuvieron con nosotros hasta casi que nos fuimos todos, dos horas después de terminada la actuación. Alguna gente trajo algo para picar (¡muchas gracias!), y estuvimos departiendo durante un buen rato. En una tarde-noche de fuertes impresiones, me emocionaron la bondad y la calidez, y la increíble humildad, de esta maravillosa familia gitana. ¡Qué delicia hablar con Curro, con Esperanza, con Pepa! Con ellos pudimos hablar con toda la naturalidad, como si nos conociéramos de siempre. Igual que con Miguel Ángel, que le ha tocado a todos los grandes de los últimos años, desde Enrique Morente hasta Esperanza, pasando por Chano Lobato o Miguel Poveda, entre otros muchos. Qué cosa más flamenca. Aunque no hubo quien se animara a cantar (y creo que si alguien se hubiera lanzado, ellos habrían seguido). En todo caso, una noche mágica.

AGRADECIMIENTOS:

Quiero agradecer su presencia a todos los socios que fueron, pues además en la reunión pudimos hablar, discutir, reírnos, en un ambiente, como siempre, distendido y maravilloso que solo es posible por ellos. Y claro: salen cosas. Hay una interesante propuesta de Rosalía Martínez, anterior Vicerrectora, socia de la Peña, que ya hablaremos, pero que me parece de enorme interés. Y bueno, las cosas de los antropólogos: Pepa Vargas dijo, con razón, que su vida es “como para escribir un libro”. Entonces se lo dije: ¿y por qué no? Pues aceptó, así que se intentará. Otra generosidad más. Y aunque resulte pesado: ¡qué enorme honor y qué privilegio!
En los agradecimientos, quisiera destacar la labor realizada por nuestro tesorero Paco Rey, por nuestro secretario José Manuel Mibri, por el propio Rafa Cáceres, sin quienes no hubiera sido posible esto. También agradecer su disposición a Isabel, de la Unidad de Cultura, y por su puesto a Daidee, responsable, entre otras cosas, de los preciosos carteles del acto. Y a Ángeles por sus sugerencias para la próxima actividad, que ya indicaremos; a Manolo García, proponiendo ya cosas para el año que viene; a Isa, a Tomás, a Salvador, Juan, Kaveh, Consuelo, Kurro,… Y a Marta, amabilísima, de la gestora de Esperanza. En fin, gracias a todos. ¡Ah, y a la conserje del CABD! Casi rompo la puerta del edificio al intentar abrirla cuando estábamos fuera, pero supo controlarse y mostrarse amable en vez de decirme de todo menos bonito, que era lo que pegaba, jejeje.
El salón, por cierto, estuvo lleno. Y eso que la UPO está tan lejos de todo. Aunque no debemos mirar cantidades sino calidades, esta vez hubo de las dos cosas. ¡Esto marcha!

Por supuesto, ¡viva Lebrija y Triana! Y atención, que el próximo evento es con Mari Peña, ¡viva Utrera!


Fernando C. Ruiz Morales    
Presidente de la Asociación Cultural Flamenca
de la Universidad Pablo de Olavide