domingo, 19 de febrero de 2017

Carmen Linares, Ciclo "Mujeres Transmisoras de Flamenco"


CARMEN LINARES EN LA PEÑA FLAMENCA DE LA UPO

El acto tuvo lugar en el salón de actos del CABD. Estaba a rebosar, hasta el punto que hubo gente que estuvo de pie. Gente de todas las edades: gente veterana, de mediana edad, jóvenes, incluso algunos niños (felicito a los padres: ¡eso es educar!). Y gente variopinta. De eso se trata. Como siempre, no hay que mirar la cantidad sino la calidad. Pero es que había de las dos cosas.





Se inició con la entrevista a la artista, que llevaron Bea Macías y Rafa Cáceres, profesores de la UPO y socios de la Peña. Con ellos, habló Carmen del arte, de las mujeres y los hombres, de su experiencia, su obra, los sentimientos, la expresión, el compromiso político en el arte, letras y poetas, tradición e innovación… En referencia a su obra es obligado señalar que a finales del pasado mes de enero, Carmen ha presentado en Madrid (Price) su último trabajo, Verso a verso, con poemas de Miguel Hernández.

En definitiva, pudimos disfrutar y aprender su punto de vista sobre estas cuestiones y algunas más. Con buen humor, con enjundia, y relajadamente, como tiene que ser. De todo ello, resaltaría el cariño con el que habló del flamenco y de su gente. Y la importancia de dotar de la propia personalidad cada estilo que se cante. Ella misma es un ejemplo espléndido de esto. 






Luego vino la actuación. Abrió por cantiñas, de las que hizo varias, desde el mirabrás hasta cantiñas del Chaqueta o el juguetillo de Rosa la del Colorao. Primera lección magistral. Siguió por soleares, que dedicó a la maravillosa cantaora Inés Bacán (ella abrió este ciclo de las mujeres en el flamenco, allá por diciembre), presente entre el público. Una serie de cantes donde resonaron, siempre bajo el sello personal de Carmen, los ecos de grandes del flamenco más clásico, como la Serneta o la Andonda. Grandiosa. Tras esto, se metió por tarantas, de las que nos dio una muestra formidable: los oyentes estábamos religiosamente embelesados. Hizo a continuación unos sabrosísimos tientos. Y para rematar, por bulerías, también muy personales, con letra de Juan Ramón Jiménez. Su voz, llena de matices; con esos ecos de gracia y estremecimiento telúrico a la vez, de fuente quebrada, alas y tierra. Eso es flamenco: esa conmoción de lo diverso. El flamenco no es gritar, sino decir, y vaya lección dio: aroma y jondura, quejío y corazón, “parar, templar y mandar” como dijo Belmonte sobre el toreo; colores que hieren, ecos que llegan de lejos pero son nuevos porque ahí estaba ella, delante de nosotros, creando verdad. Gracias por siempre, Carmen.
Y otra cosa, una gran sorpresa: la guitarra de su hijo, Eduardo Pacheco. Según avanzaba el maravilloso recital, la guitarra fue creciendo, alcanzando momentos francamente sublimes. Y con una compenetración que parecía que hubieran ensayado muchísimo, pero no es así: de hecho, Carmen fue decidiendo sobre la marcha los palos que iban a hacer. ¡Viva la flamencura! La compenetración iba, pues, más allá del ensayo. Junto a la divina cantaora disfrutamos de un guitarrista como la copa de un pino, y es aún joven. De tal palo…  Atención a Eduardo.
Para los que tuvimos la suerte de estar allí, la grandeza de Carmen Linares fue (tomo prestada la expresión del subtítulo de un disco del maestro Diego Clavel) un “sueño cumplío”.













Luego vino la fiesta, ya en el local donde tenemos la Peña. Con viandas que la gente trajo (¡ole!). Carmen tenía que volver a Madrid, de modo que no nos acompañó, aunque a cambio la acribillamos, a la salida, a base de fotos. ¡Qué paciencia tuvo! ¡Y qué simpatía, qué buen carácter, qué sencillez! Como todos los grandes, Carmen es, ante todo, humana, humilde. O sea: flamenca de verdad.




Un apunte sobre la fiesta, que conviene testimoniar todo. El local, lleno de gente. Gente con una actitud preciosa. Había unas chicas japonesas que estaban encantadas, como alucinadas. Socios/as y amistades diversas, incluso suegros había por allí (¡ole!). Conversaciones animadas por doquier. Allí estaba Inés Bacan, que vino con la periodista Araceli Pardal, que realiza un espléndido trabajo por el flamenco en “Lebrija Flamenca” (http://www.lebrijaflamenca.com/2017/02/carmen-linares-la-cultura-es-un-alimento-para-el-alma/ ), socios magníficos de toda guisa, gente que se conoció por primera vez, y, por supuesto, salieron cosas. Por ejemplo, una colaboración con el Centro Cultural La Campeona, de Las Letanías, en el Polígono Sur, para la celebración del Día de Andalucía, a la que se brindaron dos socios de la parte artística: la cantaora Maite Olivares, y Sebastián a la guitarra; o una exposición de las extraordinarias fotos de Araceli sobre el flamenco lebrijano. Por allí andaban Salvador y Consuelo, María José (que concretó con Inés la visita de esta al colegio San José Obrero, eso es difundir el flamenco) y Manolo, Kurro, Concha, Beatriz, Curro y su señora, Rocío, Manolo y María, Frasco, Alberto y Ana, otro Salvador, Juan Bacán, Kaveh y Sherman, Antonio y Paqui,…  Un montón de gente buena, cuyos nombres ignoro o no recuerdo (normal). Varias amigas se hicieron socias (¡bienvenidas, Pilar, Inma, Lola, María, no sé si alguien más!). Por allí estaban también destacados directivos de la Federación Provincial de peñas flamencas, que nos honraron con su presencia aunque no estemos federados. Y, sorpresa, Ángeles Cruzado, que lleva el genial y documentadísimo blog “Flamencas por derecho” (http://www.flamencasporderecho.com/), del que desde luego somos fans y cuya consulta también aconsejamos fehacientemente. No pudieron quedarse a la fiesta la Vicerrectora de Cultura, ni el Secretario del Consejo Social de la UPO, que también nos habían honrado asistiendo a la actividad en el salón de actos.
Con la cháchara y cervecita en mano, no puedo contar mucho más. Eso sí: después de un buen rato, cuando ya se habían marchado algunos asistentes, escucho una voz muy aguda cantando por fandangos. ¡Era una de las japonesas! ¡Oooole! El día de Inés, estuvo cantando una chica alemana (ahora sé que se llama Anjanita, y que tiene un blog; ¡saludos desde aquí!), y ahora se lanza la japonesa. ¿Pero qué pasa aquí? Ole por ambas. Pero claro, esto despertó las ganas de uno de los asistentes, que nos visitaba por primera vez: por cantiñas, por fandangos, y por soleares, se explayó y nos deslumbró, con las guitarras de Kaveh y de Paco Rey. Resulta que es Paco Mejías, cantaor (http://www.pakitomejias.com/). Con ellos, maravillosos, culminó esta jornada inolvidable de la que saco, sobre todo, la certeza de que la Peña no solo está consolidada (primer objetivo cuando la retomamos en su día un grupo de locos), sino que está creciendo en todos los sentidos: por la calidad de sus actividades (un principio central), por la de su gente (es la base), por el buen ambiente que hay en cada encuentro (lógico, con esa gente), por la maravillosa heterogeneidad del personal, porque todo el mundo aporta dentro de sus posibilidades, por la suerte de dar con artistas enormes y con conciencia, porque nos están conociendo en cada vez más círculos (por cierto que en Canal Sur dieron esa noche la noticia del acto),… Sin embargo, este “éxito” (es que además, la gente salió, otra vez, encantada) no debe despistarnos de nuestros principios: poquito a poco, despacito, con humildad, con cariño, con ganas de aprender y de compartir. Todo esto, justo es decirlo, es posible también por el apoyo de la propia Universidad Pablo de Olavide a través del Vicerrectorado de Cultura y Compromiso Social, del Consejo Social de la misma, del Instituto Andaluz del Flamenco. Gracias a todos ellos. Y a los participantes. Y a la gente de la Peña que no pudo venir por coincidencia de horarios (¡ay, esas flamenquísimas bailaoras de Utrera!). Y, poniendo nombres propios, al trabajo invisible que hicieron Paco Rey, José Manuel Mibri (puestos a citar blogs de interés, tampoco tiene desperdicio el suyo: “Alcalá Flamenca”, http://mibri-alcalaflamenca.blogspot.com.es/), Manolo García, Kaveh, Rafa, Bea, y la gente de la Unidad de Cultura de la UPO. Por todos ellos fue posible la magia: pusieron, cada cual según los casos, la infraestructura, el enlace con Carmen, su presencia en escena, y gran parte de la información de la actividad.
Otro pasito más, y superlativo. Que me hace acordarme de los anteriores: Inés, y Jesús Heredia (tela marinera), y esos sabios onubenses Manuel Romero, Casto Márquez, José María de Lepe, Regina, José Manuel Canelo y Juan Nicolás. Por no remontarme a los cursos anteriores. Pero están en la memoria. Sin los pasos dados gracias a ellos (y siempre, la base: la gente), este no hubiera sido posible.












La próxima del ciclo será Carmen Ledesma. En el mismo sitio. El escenario es pequeño. Pero igual que el cante no se grita sino que se dice, el baile no necesita de grandes desplazamientos en un escenario enorme, sino de un cachito de suelo. Las esencias, como Carmen Linares nos demostró, no necesitan aditamentos. Todo lo contrario.


¡Esto marcha!


Fernando C. Ruiz Morales
Presidente de la Peña

José Manuel Mibri
Secretario