domingo, 29 de octubre de 2017

Primera actividad del curso: Visita a la Casa de la Guitarra

ACTIVIDAD DEL 27 DE OCTUBRE DE 2017

Lo primero y principal: esta actividad ha sido posible gracias a Kaveh Nassehi. Servidor acudió como curioso, no más. Ha sido en la Casa de la Guitarra, un coqueto museo-tablao en pleno barrio de Santa Cruz, de la mano del responsable de la misma, el maestro José Luis Postigo.


Decir, aunque seguramente no hace falta, que José Luis Postigo es uno de los guitarristas más importantes del escenario flamenco desde los años setenta y sobre todo desde los ochenta. El maestro Postigo fue protagonista, en primera línea, de la eclosión de festivales y de la dignificación del flamenco, de la extensión de nuestro arte desde los tablaos hasta la escena internacional. Ha sido solicitado por muchísimos cantaores, por su dominio, compás, oficio, elegancia, gracia, justeza… Por su sabiduría. Además, es un estudioso y enamorado de la guitarra.


Cuento con brevedad. Lo primero es ese impresionante espacio, lleno de viejas guitarras, calladas. Guitarras que parecían mirarte orgullosas, como si guardaran un tesoro inaccesible para el extraño, un tesoro encastrado en sus cuerpos y en sus cuerdas. Una casa de guitarras. Silenciosas y evocadoras de la música que una vez fue en ellas.
El encuentro, que empezó a las 12:30, terminó a las 15:20. Casi tres horas, sin darnos cuenta. En el fondo, fueron cinco minutos escasos. Lo decían las guitarras, mirándonos desde su tiempo antiguo.



Disculpad, porque quería ir al grano, y no puedo. Hechizado, o no sé qué, desde que José Luis Postigo nos recibió. El maestro, no ya el maestro guitarrista sino el maestro de ceremonias, nos habló de la historia de la guitarra desde el siglo XVI. Resaltaría la aportación decisiva del rondeño Vicente Espinel, al crear la quinta cuerda en el siglo XVII, y las novedades del XVIII. Nos contó toda la evolución del instrumento, las modificaciones constructivas y técnicas, con el papel crucial de Francisco Sanguino en Sevilla, con el de los Pagés en Sevilla y en Cádiz…



No es sólo preciosa información; también emociones. En un momento determinado, el maestro Postigo se acerca a una de las vitrinas donde reposan las guitarras. Coge una Pagés de 1807. Toca. Salen de ella sonidos de hace 200 años, potentes y sonoros, deseando salir, desbocados, pero a la vez dóciles a su maestría. 200 años de música, de luz, de historia.


Nos sigue hablando de la evolución de la guitarra, y llegamos al punto álgido: el constructor almeriense Antonio Torres Jurado, a mitad del siglo XIX, que tuvo su taller en la actual calle Cerrajería de Sevilla. Torres culminó, con una serie de innovaciones, la evolución técnica de la guitarra tal como hoy la conocemos. Antonio Torres Jurado, andaluz, es el padre de la guitarra actual. Este año se cumple el 200 aniversario de su nacimiento. Pero nadie se ha enterado en Andalucía. Más aún: si preguntamos por la calle, nadie lo conoce aquí. Borrado de la memoria. Devaluado en su tierra pero, en cambio, reconocido, cultivado y presente en Madrid (donde es posible que lo consideren ejemplo de la genialidad española), en Cataluña (donde quizás anden buscando algún sitio donde agarrarse para hacerlo catalán), en Japón (donde puede que lo vean como gitano y español). Nadie se ha acordado aquí de él. En Andalucía no existe.


La escuela de Torres siguió en Madrid, con los hermanos Ramírez, y con Santos, Esteso y Enrique García. Por supuesto, Fernando Sors, Andrés Segovia, Tárrega y otros ilustres guitarristas aparecen en el discurso amoroso del maestro Postigo.
Y saca de la vitrina una guitarra de Santos Hernández que perteneció… a Javier Molina, el padre de la escuela jerezana de toque. Debería dejar de contar esto, para ser fiel a lo que sentí (menos mal que es una “crónica subjetiva”, no periodística). Me perdí porque jamás pensé que tendría el privilegio de escuchar en vivo la voz de Javier Molina, que se fue hace tantos años, en las cuerdas de su guitarra, ahí, frente a mí.


Recuerdo que el maestro Postigo habló, ya en flamenco, de don Ramón Montoya y su aplicación de técnicas clásicas al flamenco, de la guitarra a lo barbero…
Luego hubo un cambio de tercio. Temas de influencias judías y moriscas en el flamenco, de gitanos y moriscos, de gitanos canasteros y caseros… Y de su vida profesional, que abandonó hace pocos años. Y de sus inicios en el baile, y en la guitarra. De Paco Taranto, del Cabrero, Antonio Mairena, artistas, y anécdotas (las cosas de Enrique el Cojo, geniales). No era ahora una charla. Era una tertulia, con los ocho privilegiados que estábamos allí. Relajada, amable. Y las guitarras, alrededor. Yo me acordé de alguna novela sobre príncipes renacentistas amantes del coleccionismo de obras de arte, y el maestro Postigo me parecía uno de ellos.


Pudimos aprender, admirarnos, y desde luego, reírnos. Porque los flamencos, los flamencos de verdad, los que han vivido y han creado, son gente sencilla (¡aunque sean muy importantes!); son gente con corazón, y divertida, y miran a los ojos cuando hablan contigo.
José Luis Postigo, que forma parte de la historia del flamenco, nos ha recibido en su mágica Casa de la Guitarra. De la manera más flamenca, como corresponde a su cultura enorme, de la que pudimos participar.


Nos despedimos entre saludos que parecían de gente que se conocía desde antes. En aquella sala, ahora vacía, se quedaron las guitarras.
Gracias, maestro, por tu generosidad, tu sabiduría, tu humanidad tan flamenca. Quién me iba a decir a mí, años atrás, que ese guitarrista al que vi actuando tantas veces, siempre sublime, echaría un rato prodigioso conmigo y con unos amigos. Lo dicho: un privilegio.


Dos cosas más, para terminar:
En la Casa de la Guitarra hay actuaciones de flamenco a diario (teléfonos de información: 954 224 093 y 954 227 898), y con grandes artistas, lo aseguro.
Otra, maravillosa: estuvo con nosotros el periodista y escritor Antonio Ortega. Resulta que acaba de salir la segunda edición, revisada y ampliada, de su excelente biografía sobre el Bizco Amate, un personaje muy singular de la Sevilla flamenca… ¡Y está dispuesto a venir a la Peña a presentar ese libro! Ya informaremos.


Fernando C. Ruiz, Presidente de la Peña