domingo, 28 de abril de 2019

La Fundación Cristina Heeren en el Ciclo 'Las mujeres como transmisoras del flamenco'

Este pasado jueves, en la Universidad Pablo de Olavide, tuvimos un encuentro con la plana mayor de la Fundación Cristina Heeren, dentro de las actividades que desarrollamos en el IV Ciclo “Las mujeres como transmisoras del Flamenco” que organiza nuestra peña.


El acto comenzaba con nuestro vicepresidente, Rafael Cáceres, dando la bienvenida y presentando a las ponentes: Pepa Sánchez (Directora Académica), Alexandra Hoffer (Directora de Producción) y Águeda Borrás (Directora de Relaciones Institucionales).


Comenzó Pepa haciéndonos un resumen de su historia y su labor durante esos años. La Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco es una entidad privada, sin ánimo de lucro, creada en 1993 en Sevilla por la neoyorquina Cristina Heeren, hispanista y mecenas norteamericana, sin duda una mujer con una historia de libro, rodeada siempre de personas de enorme talento y sensibilidad como Orson Welles, Hemingway y un largo etcétera., pero sobre todo una mujer enamorada del flamenco, de nuestra tierra y de su cultura en general, una mujer que ha puesto gran parte de su patrimonio en la defensa, promoción, enseñanza y conservación del flamenco tanto en Andalucía y en España, como internacionalmente.


Desde 1996, su prestigiosa escuela internacional de flamenco ha formado en cante, baile y guitarra a más de 6.000 jóvenes de todo el mundo, muchos de los cuales han disfrutado de su programa de becas, en especial, nuevos valores andaluces. Todos ellos han sido formados por los prestigiosos profesionales del flamenco que integraron e integran su claustro de profesores, por el que han pasado maestros del cante como Naranjito de Triana, José de la Tomasa, Esperanza Fernández, Arcángel o Juan José Amador, así como nuevas generaciones del flamenco, como Manuel Lombo, Lidia Montero, Rosi Navarro “La Divi”, etc.

 
La Fundación también ha contado con grandes artistas del baile, como Manuel Soler, Milagros Menjíbar, Javier Barón, Luisa Palicio o El Choro; y de la guitarra, como Miguel Ángel Cortés, Niño de Pura, Eduardo Rebollar, Pedro Sierra o Paco Cortés, entre otros. Por sus aulas han pasado figuras del flamenco actual, como Argentina, Rocío Márquez, Jeromo Segura y un largo etcétera.


Su labor ha sido reconocida con el Premio Flamenco en el Aula de la Junta de Andalucía, la Orden de Alfonso X del Ministerio de Cultura, el Premio Nacional de Enseñanza de la Cátedra de Flamencología de Jerez o la distinción Jueves Flamencos de la Fundación Cajasol, entre otros honores. Con la celebración del 20º Aniversario, la inauguración en 2017 de su sede en Triana y la reactivación de los concursos Talento Flamenco con el apoyo de benefactores como Acciona y Helvetia, la Fundación Cristina Heeren comienza una nueva etapa.



Esta entidad impartió sus primeros cursos en 1996 a dos alumnos de guitarra y tres estudiantes de baile. Entre 1996 y 2006, su sede estuvo en la Casa de Pérez Comendador, en el sevillano barrio de Santa Cruz. Hasta 2016, la fundación se estableció en dos sedes: una principal en el barrio de Heliópolis, donde se encontraba la administración y se impartían las clases de cante y guitarra; y la segunda en el barrio de El Juncal, donde se ubicaban las clases de baile. Coincidiendo con su vigésimo aniversario, la Fundación Cristina Heeren ha abierto su sede definitiva en la calle Pureza, 76, en pleno corazón del barrio de Triana.

 
Cristina Heeren completaba así su sueño: no sólo conseguía unificar todas las especialidades en un mismo edificio específicamente diseñado para la enseñanza integral del flamenco, sino que también lo dotaba de un coliseo propio, el Teatro Flamenco Triana. La nueva sede ya se ha hecho con un lugar destacado en el circuito cultural sevillano.

 
Precisamente del Teatro Flamenco de Triana comenzó a hablarnos Alexandra Hoffer, la Directora de Producción. Se trata de un espacio muy coqueto donde se ofrecen funciones de flamenco a diario, que está teniendo un gran éxito. Alexandra dirige la productora “Anea Producciones”, ligada a la Fundación, que se dedica a la producción y distribución internacional de espectáculos dirigidos a distintos circuitos y con diversos formatos: teatros, festivales y eventos privados. En ella se han gestado una enorme cantidad de espectáculos flamencos, algunos de ellos de gran entidad y que han dado la vuelta por los teatros y festivales más importantes del mundo, como “Metamofosis", de la Compañía de Israel Galván, presentado en el Teatro Lope de Vega de Sevilla durante la Bienal de
Flamenco; “Don Juan Flamenco", con Rafael Campallo, estrenado en el Teatro Central de Sevilla también en el marco de la Bienal; o "Aviso: Bayles de Jitanos", de Antonio Molina, 'El Choro', por mencionar sólo algunos.


Cerró la presentación Águeda Borrás, Directora de Relaciones Institucionales, que nos habló de la constante lucha por buscar patrocinios, pues la fundación no cuenta con ningún tipo de ayuda económica de la administración. Águeda mencionó el convenio firmado con la empresa Acciona, que les ha permitido continuar con sus concursos de jóvenes talentos, en las tres especialidades, cante, baile y guitarra. Es incomprensible que una Fundación con esta trayectoria y con ese peso en el mundo del flamenco no cuente con un apoyo institucional claro. Como siempre, las administraciones y el flamenco no acaban de encontrar un verdadero camino de entendimiento.


Vino después una actuación de alumnos de la fundación. Comenzaron Elizabeth Nadal al cante y la guitarrista americana Leah Krushesvki por granaínas, que ya nos hicieron ver que sobre el escenario había una gran cantidad de talento. Después se unió a ellas el guitarrista Jonathan Goldie y entre los tres nos regalaron unas alegrías, preciosas, con una gran cantidad de matices y de cambios, que subieron la temperatura de la sala. Terminaron Elizabeth y Jonathan por fandangos, poniendo a los presentes en pie, como broche precioso a una tarde flamenca de cabales vivida como en familia.


Los guitarristas, a pesar de su procedencia extranjera, tocaron con una sensibilidad, una flamenquería y un pellizco que se convierten en la prueba palpable del gran trabajo que esta fundación hace con jóvenes de todo el mundo en la transmisión de nuestro arte, sin perder su más elemental esencia.
En la cantaora, Elizabeth Nadal, se vio a una auténtica artista y una auténtica flamenca nada más subirse al escenario. La joven es una enamorada de esto y canta como los ángeles. Tiene una voz muy personal, que en momentos te llena de dulzura, para pasar a emocionarte o a tocarte la fibra. Cuando está arriba, lo vive, lo siente; eso se nota y así se lo transmite al público. Todos coincidimos también en una cosa: tiene un desparpajo en el escenario impropio de su edad. Gracias, Elizabeth, por entregarte tanto en una tarde y a una hora no muy flamenca, en la que es difícil llegar al público, y tú lo hiciste.


Después nos fuimos todos al local de la peña y allí es donde realmente abrimos el coloquio, preguntando a nuestras protagonistas sobre todas aquellas cuestiones que se quedaron en el tintero, ya que por el horario de cierre del CABD tuvimos que salir apresuradamente. Eso sí, ya de una manera más distendida y con una cervecita o copita de manzanilla en la mano.


Fue en estas conversaciones donde verdaderamente surgieron cuestiones de enorme interés y, sobre todo, se abrió un campo a la colaboración entre las dos instituciones, lleno de posibilidades. Está claro que la copita de después genera unas sinergias y unos lazos que quedan para siempre. Constituyen los primeros pasos a los nuevos campos que se nos abren y hacen que, pasito a pasito, sigamos creciendo en todos los aspectos.


Sólo me queda dar mil gracias a todas ellas, por su amabilidad, su disposición y su sincero ofrecimiento. Así como ellas nos dicen que tenemos las puertas de la fundación siempre abiertas, nosotros les decimos que en la UPO también tienen su casa. Y como nos quedamos con ganas de más, nos emplazamos para los siguientes cursos a continuar conociendo a la fundación y colaborar en nuevos proyectos.


 
Gracias especiales a nuestro directivo Kaveh (profesor también en la Fundación) por su trabajo para que este evento pudiera consolidarse, a nuestros socios que ayudaron al montaje del evento, a nuestro becario, Cristian y, por supuesto, a la Vicerrectora de Cultura de la UPO, en concreto a Extensión Cultural, por su apoyo incondicional.
 
Francisco Gª Rey
Tesorero de la Peña

viernes, 5 de abril de 2019

Actuación de la Peña en Capitanía

El pasado martes 2 de abril, la Peña Flamenca de la Universidad Pablo de Olavide organizó una conferencia y recital flamenco en el precioso teatro de Capitanía Militar de Sevilla, en la Plaza de España. El acto nos fue solicitado por el Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y Comunicación de la Universidad, como parte de la colaboración cultural que éste mantiene con la Cátedra de Cultura Militar “General Castaños”, con sede en Capitanía. Era el segundo año que lo hacíamos, después del éxito que tuvo esta misma convocatoria el año anterior y que sus representantes volvieron a solicitar a tenor del mismo.


Abrió el acto el Coronel Galián, Secretario de la mencionada Cátedra, dando la bienvenida a las autoridades y público que abarrotaban el teatro y presentando a continuación al presidente de nuestra Peña, Fernando C. Ruiz Morales, para que diera inicio su conferencia titulada "El Flamenco, fruto de mezclas”.


Fernando comenzó presentando y difundiendo la labor de nuestra Peña a todos los asistentes y luego, como dice el título de la conferencia, habló ante un público muy receptivo e interesado por todos los aspectos en los que el flamenco ha sido un continuo “guiso”, aderezado con gran cantidad de los más variados “condimentos”, que han llevado a este arte a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, muestra inexorable de la gran riqueza cultural de Andalucía.


Habló de las mezclas estéticas (con ingredientes orientales, negroafricanos, caribeños, hispanos, cristianos, musulmanes y judíos…), ideológicas y, sobre todo, de las mezclas sociales que han jalonado la historia del flamenco y lo han hecho posible: ricos y pobres, castizos y extranjeros, gitanos y gachés, hombres y mujeres, académicos y analfabetos…


Tantas mezclas han hecho del flamenco un arte único, con una personalidad muy marcada, y sin duda nuestro arte más universal. Terminó Fernando presentado a los protagonistas que iban a ofrecernos el recital, todos ellos socios de esta Peña, y los estilos que iban a interpretar.


Vino después la actuación de nuestros artistas, que habíamos preparado para la ocasión. Repetían tres de ellos tras el éxito del año anterior: Alberto López, Juan Villar hijo y Carmen Young, a quienes se unía la bailaora sevillana Beatriz Cruz de Alba.


Comenzó la actuación con un solo de guitarra por el granadino Alberto López, cómo no, por granaínas. En cuestión de segundos, Alberto metió a todo el auditorio en el fondo de su guitarra, envolviéndolo de esos tonos misteriosos y embrujadores venidos como del lejano Oriente, que de ella salían. Ya el público estaba en disposición y presentía que algo grande iba a acontecer esa tarde.


Entró después Juan Villar hijo, cantando por tarantas, y apareció entre ellas, como surgida de la espesura de la niebla, Carmen Young. Carmen es cautivadora en su baile, sensual en los momentos precisos y pura raza en la explosión. Aunque es mexicana, lleva el flamenco en la sangre y lo saca de sus entrañas como si lo hubiera mamado en la cuna. Su final por tangos de Graná, con una inspirada e impresionante voz de Juan Villar (que ahí se rompió ya el pecho), fue apoteósico. Ya el público estaba totalmente entregado, lo tenían en sus bolsillos.

 
Seguidamente se quedaron solos Juan Villar y Alberto López, para que el gaditano, hijo de una de las grandes figuras del flamenco, comenzara unas bulerías por soleá que dejaron atónitos al personal asistente. Juan se sentía a gusto consigo mismo y con su voz, y eso también lo estaba sintiendo el público, que permanecía impasible ante una voz que él manejaba a voluntad, bajando a las tinieblas más profundas y subiendo a las cimas más altas, llevado por una inmensa guitarra que parecía comulgar con el estremecimiento y la fuerza de su cante, que en el cierre se rompió de dolor y sangre. Y de nuevo el público en pie.


A continuación, con una preciosa entrada, apareció con los sones de unas cantiñas Beatriz Cruz de Alba, desplegando su mantón de manila como una mariposa despliega sus alas al viento. Causó furor su impresionante técnica, sobre todo entre las damas asistentes, que admiraban sorprendidas los vuelos que su mantón realizo en el primer cuarto. Luego, a lo largo de las mismas, demostró lo que es la elegancia de la escuela sevillana de baile, componiendo unas figuras flamenquísimas y sevillanísimas, y es que Beatriz lleva el baile de la tierra metido en sus adentros.

 
Juan Villar estuvo, de nuevo, espectacular. El de Cádiz domina los cantes de su tierra como el mejor... y qué decir de la guitarra de Alberto: sus rasgueos son imposibles; su compás, inalcanzable; su riqueza de matices en las notas, inagotable... Había que escuchar los comentarios del público sobre el guitarrista, que causó un gran impacto en toda su intervención. ¡Perfecto! Fue ya el éxtasis colectivo que levantó al público de sus asientos y regaló a los artistas una larguísima ovación.


En atención a esa explosión de reconocimiento por parte del público, los artistas volvieron a escena para hacer unos cantes por bulerías, con marca de la casa (algunas letras del padre de Juan Villar) y rematados al baile por Carmen y Beatriz con una pataíta de altura.


En definitiva, fue una tarde flamenca de éxito: el público, entusiasmado; los artistas, entregados ; y los miembros de la Peña de la UPO, entre los que nos encontrábamos, orgullosos de haber podido proporcionar un espectáculo de primera calidad a un auditorio que es una joya, abarrotado. Sin duda, de allí salieron nuevos aficionados, un poco más conocedores de este arte y su historia, y ésa es también misión de nuestra Peña, difundir y divulgar.


Una anécdota significativa: sentada junto a uno de nuestros socios, una señora le decía con insistencia, antes de empezar: “A mí no me gusta el flamenco. Yo he venido porque vienen mis amigas, pero a mí no me gusta el flamenco”. El socio le dijo que si lo escuchaba con todos los sentidos podría gustarle. La señora, con los ojos como platos desde que empezó el baile, terminó confesándole al final, todavía conmovida: “Pues mire usted, es verdad. Esto tiene cosas que ni había imaginado”.


Gracias a todos los artistas por su entrega, gracias a Alberto por ceder parte de su extraordinario equipo de sonido profesional para la ocasión, que sin duda mejoró la enorme calidad de todo el recital.


Una vez terminada la actuación, los responsables de la Cátedra del General Castaño nos hicieron entrega de un regalo como recuerdo, que recogió nuestro presidente. Desde luego, lo vamos a recordar, porque muchos de los asistentes nos manifestaron su admiración sincera ante el derroche de arte flamenco que acababan de vivir.


Agradecemos igualmente la amabilidad de los responsables de la Cátedra, por la elegancia en el trato y el calor recibido. Esta institución es realmente un referente en la vida cultural sevillana y allí se ha hablado mucho de nuestra Universidad, para la que también es importantísimo estar presente como organismo cultural en este tipo de convocatorias.


Asimismo, damos las gracias a la Vicerrectora de Relaciones Institucionales, Pilar Rodríguez, responsable de que estuviéramos allí, y a nuestra Vicerrectoría de Cultura y Extensión Cultural, por el apoyo incondicional que nos brindan siempre. ¡Nos vemos en la próxima!

Francisco Gª Rey
Tesorero de la Peña