jueves, 28 de noviembre de 2019

Actuación de María José Carrasco el el ciclo "Las mujeres como transmisoras del flamenco"

El viernes 22 de noviembre iniciábamos el curso en la Peña Flamenca de la UPO con la primera actividad enmarcada dentro de nuestro V ciclo “Las mujeres como transmisoras del flamenco”. La tarde se presentaba con un gran temporal de agua y viento, que no invitaba a salir de casa. A pesar de ello, fueron muchos los valientes que, desafiando las inclemencias meteorológicas, acudieron al evento, pues para abrir el curso teníamos nada menos que a la cantaora palaciega María José Carrasco, ganadora de la Lámpara Minera de 2018.


Comenzamos con la intervención de quien hasta este curso ha presidido nuestra Peña, Fernando C. Ruiz, que se despidió de los socios, del público asistente y del cargo que durante seis años ha ocupado. Tomó después la palabra el que suscribe, Francisco García, para presentarse como nuevo Presidente y tomar el relevo.


Quise, antes de nada, detenerme a evaluar lo que en estos seis años ha llevado a cabo la Peña, ya que nunca antes nos habíamos parado siquiera a pensarlo. Desde un primer año en el que comenzamos con dos actividades, hemos llegado a realizar una media de 14 actividades anuales, entre actuaciones (más de 64), presentaciones de libros y discos (unas 8), mesas redondas o conferencias (unas 7), y colaboraciones exteriores con otras entidades, como radio, prensa, aulas de mayores de la UPO, Festival de las Naciones, Cátedra de Cultura Militar General Castaños, institutos, colegios, etc. (más de 10).


En definitiva, se trata de unos números impresionantes que, tras realizar la comparación con el resto de universidades, no sólo de España sino también del extranjero, nos hacen llegar a la conclusión de que, en estos seis años, la Pablo de Olavide se ha convertido en la número uno del mundo en programación y oferta cultural de flamenco.


Sin duda, esto hay que agradecérselo a muchas personas: en primer lugar, a los socios, que mantienen una fidelidad y un compromiso fuera de toda duda; a la junta directiva, que ha trabajado de manera incansable; a Extensión Cultural, que ha estado a nuestro lado en todo momento, facilitándonos el trabajo y haciendo que el recorrido hasta aquí haya sido lo más llevadero posible; a la Vicerrectora de Cultura de la UPO, socia también de nuestra Peña, que siempre nos ha brindado su apoyo y su apuesta incondicional; y fundamentalmente al enorme trabajo que Fernando ha realizado en estos años.


Él es quien año tras año, con su labor infatigable y callada, nos ha llevado a la consecución de este logro. Fernando se ha despedido del cargo dejando la Peña y a su universidad en un puesto preeminente. Quien lo iba a decir seis años atrás, cuando, entre él, Rafael Cáceres, José Manuel Díaz y el que suscribe, iniciábamos esta aventura cargados de sueños y de anhelos. Precisamente por ello ha tomado la decisión de dejar la presidencia y pasar a ser un socio de a pie, pues necesitaba un descanso, ya que ha sido muchísimo el trabajo y el tiempo dedicado a esta labor, algo que siempre le vamos a reconocer y agradecer, como así lo hicimos en ese acto, dándole una fuerte ovación que estoy seguro llevará siempre en lo más profundo de su corazón. ¡GRACIAS MIL, FERNANDO!!!


Tras esos emotivos momentos, dio comienzo la primera actividad del curso. Teníamos como invitada a la cantaora de Los Palacios María José Carrasco, flamante ganadora de la Lámpara Minera del año 2018, que nos visitaba acompañada de su flamenquísima familia: sus hijas Reyes y Rocío, y su marido Juan.


Como es habitual en nuestro ciclo, la primera parte del evento consistió en una conversación entre la artista y nuestra compañera Ángeles Cruzado, periodista y miembro de la junta directiva. En mi opinión, fue una extraordinaria entrevista, pues entre ambas se creo tal grado de complicidad que parecían conocerse de toda la vida, y además fueron capaces de  transmitírselo al público asistente, hasta el punto que se creó un ambiente entrañable y casi familiar, me atrevería a decir. 


Conversaron sobre los inicios de María José en el mundo del flamenco y sobre su larga trayectoria, jalonada de premios en múltiples concursos por toda la geografía de nuestra tierra. La artista también nos contó que hizo un parón en su carrera para dar prioridad a su maternidad y cómo, tras retomar la vida artística, de nuevo empezaron a venir los reconocimientos, entre los que destaca especialmente la consecución de la Lámpara Minera de la Unión, que ella vivió como un auténtico sueño.


María José tiene una familia extraordinaria. Su marido, Juan, guitarrista frustrado y un grandísimo aficionado, siempre ha estado a su lado apoyándola, porque en este mundo no todo es un camino de rosas y también ha habido momentos duros. Su hija Reyes, que es ya una auténtica figura del flamenco con apenas 13 años de edad, demuestra una madurez y una compostura en el escenario dignas de una artista consagrada. Por último, Rocío, la pequeña de la casa, que es un auténtico manojo de nervios, nos demostró también, bailando por bulerías, que le corre el arte por las venas.


Después comenzó el recital. Se incorporó al escenario nuestro amigo el guitarrista Curro Vargas, que ya nos visitó el año pasado junto a Anabel Valencia y que, como siempre, realizó un magistral acompañamiento. No en vano, Curro conoce a la perfección los cantes y a la artista a la que acompaña, y sabe darle justo lo que necesita cada tercio.


María José comenzó por cantiñas y, dentro de ese ambiente tan familiar que se había creado durante la entrevista, la alegría se extendió por el recinto. María José transmite una positividad y una cercanía que te llega y que envuelve. Ya no importaba el temporal de fuera, pues el salón de actos estaba inundado por el torbellino desatado por María José.


A continuación cantó la minera que le dio el primer premio en La Unión. ¡Qué vamos a decir de ello! Se trata de un cante que María José entiende y transmite como pocas.
Continuó con unos tangos, a los que se sumó su hija Reyes, que nos sorprendieron a todos, por la especial conexión que se estableció entre madre e hija, y su capacidad para emocionar al respetable. Reyes también hizo unos fandangos que dieron fe de la portentosa voz que atesora, y de su enorme transmisión.


Terminaron por bulerías y, como era previsible, se formó el taco. Subió al escenario Rocío para completar el cuadro, en el que Juan ejerció de palmero. La pequeña de la saga baila con un desparpajo descomunal, como si estuviera en el salón de su casa, y lo hace con una naturalidad y una gracia extraordinarias.


Madre e hija se turnaron en los tercios por bulerías, mientras la pequeña bailaba. Las tres viven el flamenco, lo sienten y lo hacen suyo, y lo dieron todo sobre el escenario.
María José nos dejó la verdad de su arte. No sabe hacerlo de otra manera. Se entrega por completo, y todos fuimos testigos de ello. El público supo reconocerlo y, puesto en pie, dio a la familia uno de los más prolongados aplausos que en estos años se han vivido en la peña. María José, atendiendo a las peticiones del respetable, que no quería abandonar el salón de actos sin escuchar un poco más de su arte, nos regaló una nueva ronda de bulerías.


Después vino la recepción en el local de la peña, donde la familia Carrasco nos acompañó y tuvimos la ocasión de conversar con ellos de manera relajada. Son personas muy cercanas. Parece que uno les conoce de toda la vida. Tienen una simpatía y una gracia natural, sobre todo las hijas, que provocaron anécdotas divertidísimas durante la velada.


Damos las gracias a María José, a su hijas y a su marido, por ofrecernos lo mejor como artistas y como personas. No olvidaremos nunca vuestro paso por nuestra peña y, por supuesto, aquí tenéis vuestra casa.
Gracias también a todos los socios y amigos que, en una tarde de lluvia y viento, se acercaron a compartir con nosotros la extraordinaria actuación que María José nos regaló, y que hizo que mereciera la pena salir de casa.

Francisco García Rey
Presidente de la Peña

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