viernes, 5 de abril de 2019

Actuación de la Peña en Capitanía

El pasado martes 2 de abril, la Peña Flamenca de la Universidad Pablo de Olavide organizó una conferencia y recital flamenco en el precioso teatro de Capitanía Militar de Sevilla, en la Plaza de España. El acto nos fue solicitado por el Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y Comunicación de la Universidad, como parte de la colaboración cultural que éste mantiene con la Cátedra de Cultura Militar “General Castaños”, con sede en Capitanía. Era el segundo año que lo hacíamos, después del éxito que tuvo esta misma convocatoria el año anterior y que sus representantes volvieron a solicitar a tenor del mismo.


Abrió el acto el Coronel Galián, Secretario de la mencionada Cátedra, dando la bienvenida a las autoridades y público que abarrotaban el teatro y presentando a continuación al presidente de nuestra Peña, Fernando C. Ruiz Morales, para que diera inicio su conferencia titulada "El Flamenco, fruto de mezclas”.


Fernando comenzó presentando y difundiendo la labor de nuestra Peña a todos los asistentes y luego, como dice el título de la conferencia, habló ante un público muy receptivo e interesado por todos los aspectos en los que el flamenco ha sido un continuo “guiso”, aderezado con gran cantidad de los más variados “condimentos”, que han llevado a este arte a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, muestra inexorable de la gran riqueza cultural de Andalucía.


Habló de las mezclas estéticas (con ingredientes orientales, negroafricanos, caribeños, hispanos, cristianos, musulmanes y judíos…), ideológicas y, sobre todo, de las mezclas sociales que han jalonado la historia del flamenco y lo han hecho posible: ricos y pobres, castizos y extranjeros, gitanos y gachés, hombres y mujeres, académicos y analfabetos…


Tantas mezclas han hecho del flamenco un arte único, con una personalidad muy marcada, y sin duda nuestro arte más universal. Terminó Fernando presentado a los protagonistas que iban a ofrecernos el recital, todos ellos socios de esta Peña, y los estilos que iban a interpretar.


Vino después la actuación de nuestros artistas, que habíamos preparado para la ocasión. Repetían tres de ellos tras el éxito del año anterior: Alberto López, Juan Villar hijo y Carmen Young, a quienes se unía la bailaora sevillana Beatriz Cruz de Alba.


Comenzó la actuación con un solo de guitarra por el granadino Alberto López, cómo no, por granaínas. En cuestión de segundos, Alberto metió a todo el auditorio en el fondo de su guitarra, envolviéndolo de esos tonos misteriosos y embrujadores venidos como del lejano Oriente, que de ella salían. Ya el público estaba en disposición y presentía que algo grande iba a acontecer esa tarde.


Entró después Juan Villar hijo, cantando por tarantas, y apareció entre ellas, como surgida de la espesura de la niebla, Carmen Young. Carmen es cautivadora en su baile, sensual en los momentos precisos y pura raza en la explosión. Aunque es mexicana, lleva el flamenco en la sangre y lo saca de sus entrañas como si lo hubiera mamado en la cuna. Su final por tangos de Graná, con una inspirada e impresionante voz de Juan Villar (que ahí se rompió ya el pecho), fue apoteósico. Ya el público estaba totalmente entregado, lo tenían en sus bolsillos.

 
Seguidamente se quedaron solos Juan Villar y Alberto López, para que el gaditano, hijo de una de las grandes figuras del flamenco, comenzara unas bulerías por soleá que dejaron atónitos al personal asistente. Juan se sentía a gusto consigo mismo y con su voz, y eso también lo estaba sintiendo el público, que permanecía impasible ante una voz que él manejaba a voluntad, bajando a las tinieblas más profundas y subiendo a las cimas más altas, llevado por una inmensa guitarra que parecía comulgar con el estremecimiento y la fuerza de su cante, que en el cierre se rompió de dolor y sangre. Y de nuevo el público en pie.


A continuación, con una preciosa entrada, apareció con los sones de unas cantiñas Beatriz Cruz de Alba, desplegando su mantón de manila como una mariposa despliega sus alas al viento. Causó furor su impresionante técnica, sobre todo entre las damas asistentes, que admiraban sorprendidas los vuelos que su mantón realizo en el primer cuarto. Luego, a lo largo de las mismas, demostró lo que es la elegancia de la escuela sevillana de baile, componiendo unas figuras flamenquísimas y sevillanísimas, y es que Beatriz lleva el baile de la tierra metido en sus adentros.

 
Juan Villar estuvo, de nuevo, espectacular. El de Cádiz domina los cantes de su tierra como el mejor... y qué decir de la guitarra de Alberto: sus rasgueos son imposibles; su compás, inalcanzable; su riqueza de matices en las notas, inagotable... Había que escuchar los comentarios del público sobre el guitarrista, que causó un gran impacto en toda su intervención. ¡Perfecto! Fue ya el éxtasis colectivo que levantó al público de sus asientos y regaló a los artistas una larguísima ovación.


En atención a esa explosión de reconocimiento por parte del público, los artistas volvieron a escena para hacer unos cantes por bulerías, con marca de la casa (algunas letras del padre de Juan Villar) y rematados al baile por Carmen y Beatriz con una pataíta de altura.


En definitiva, fue una tarde flamenca de éxito: el público, entusiasmado; los artistas, entregados ; y los miembros de la Peña de la UPO, entre los que nos encontrábamos, orgullosos de haber podido proporcionar un espectáculo de primera calidad a un auditorio que es una joya, abarrotado. Sin duda, de allí salieron nuevos aficionados, un poco más conocedores de este arte y su historia, y ésa es también misión de nuestra Peña, difundir y divulgar.


Una anécdota significativa: sentada junto a uno de nuestros socios, una señora le decía con insistencia, antes de empezar: “A mí no me gusta el flamenco. Yo he venido porque vienen mis amigas, pero a mí no me gusta el flamenco”. El socio le dijo que si lo escuchaba con todos los sentidos podría gustarle. La señora, con los ojos como platos desde que empezó el baile, terminó confesándole al final, todavía conmovida: “Pues mire usted, es verdad. Esto tiene cosas que ni había imaginado”.


Gracias a todos los artistas por su entrega, gracias a Alberto por ceder parte de su extraordinario equipo de sonido profesional para la ocasión, que sin duda mejoró la enorme calidad de todo el recital.


Una vez terminada la actuación, los responsables de la Cátedra del General Castaño nos hicieron entrega de un regalo como recuerdo, que recogió nuestro presidente. Desde luego, lo vamos a recordar, porque muchos de los asistentes nos manifestaron su admiración sincera ante el derroche de arte flamenco que acababan de vivir.


Agradecemos igualmente la amabilidad de los responsables de la Cátedra, por la elegancia en el trato y el calor recibido. Esta institución es realmente un referente en la vida cultural sevillana y allí se ha hablado mucho de nuestra Universidad, para la que también es importantísimo estar presente como organismo cultural en este tipo de convocatorias.


Asimismo, damos las gracias a la Vicerrectora de Relaciones Institucionales, Pilar Rodríguez, responsable de que estuviéramos allí, y a nuestra Vicerrectoría de Cultura y Extensión Cultural, por el apoyo incondicional que nos brindan siempre. ¡Nos vemos en la próxima!

Francisco Gª Rey
Tesorero de la Peña

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