El lugar fue el Salón de Actos del CABD. La asistencia de gente no fue muy alta, pero el ambiente, sin embargo, excepcional, como siempre. El cartel, más que atractivo: el guitarrista Alberto López, presentándonos algunos temas de su reciente disco Detrás de la verdad, y una segunda parte en la que el guitarrista acompañaba al cantaor José Manzano.
No soy entendido en guitarra. Sí entiendo si me gusta mucho, poco o regular. Y esto me entusiasmó. Alberto hizo cuatro temas que están en su disco: por granaínas, por tientos, por tarantas, y por bulerías. Sorprendente, con unos juegos musicales limpios y sutiles, con una riquísima sonoridad. Con cambios melódicos y armónicos prodigiosos. La mano izquierda, sublime; pero vi pronto que la derecha, también. Con un toque a la vez elegante y de una bellísima intensidad.
Alberto derramó sensibilidad, conocimiento y pasión. Conocimiento y pasión unidos, encastrados entre sí. He escuchado a guitarristas con un dominio técnico excelso, pero que me han parecido fríos. Alberto no: sonando preciso y sobrado de técnica, te lastima a la vez. Esa conjunción es rara. La música de Alberto cautiva a cualquier persona que tenga sensibilidad. En clave flamenquísima, directa. Yo me acordé (atención: seguramente voy a decir un disparate, pero es que no soy entendido en guitarra) de Serranito, de Paco de Lucía, de Manolo Sanlúcar, hasta de don Ramón Montoya. Pareciera que Alberto ha incorporado todo ese legado, pero además anda con su propia voz. Escucharlo es tener la oportunidad de pensar con el corazón, de renovar la mirada, de sentir y ensoñar, de crecer.
Cerró esta parte invitando a nuestro amigo Kaveh Nassehi a acompañarle. Kaveh es otro guitarrista de exquisita sensibilidad, sobrado de técnica y de conocimiento, capaz de herirte o de trasladarte a mundos mágicos. Hicieron, con el papel solista de Alberto, un pequeño e intenso homenaje a Paco de Lucía, interpretando su rumba Entre dos aguas.
La segunda parte fue con José Manzano al cante. José, simpatiquísimo por cierto, es un consumado cantaor, un fiera en este campo. Tiene un chorro de voz natural, facultades para dar y regalar. Nos hizo tres cantes: alegrías, malagueñas y soleares, con las que recorrió sobre todo estilos de Alcalá. Con esto terminó la cosa. Fuimos testigos de la actuación de un genio de la guitarra y, con él, de un gran cantaor que sabe dominar y templar pero al que, en mi humilde opinión, le faltó entrega y le sobró un punto de egocentrismo, dicho sea con todo el respeto, cariño y reconocimiento del mundo. Ahí ha quedado eso, para felicidad y enriquecimiento de la memoria de los presentes. Muchas gracias, de verdad, a ambos.
Después vino el ratito en la Peña. Me encantó, como siempre, ver a gente que no conocía. Allí estuvieron los dos protagonistas del evento, y gente como Jesús Molina (qué placer, otra vez, hablar con él), Rufino de los Reyes (nuevo amigo de la Peña, desde Castilleja), Bea, Ángeles desde Utrera, Manolo González, Ángeles Cruzado, Paco Rey, Mibri, Paquito Mejías, Kaveh… Hubo hasta alguna cosilla para picar, ¡gracias! Conversaciones sobre cien temas: la actuación del día, el disco maravilloso que ha sacado nuestra amiga Angelita Montoya, el no menos genial de Mari Peña, también querida amiga; se rememoró la presencia maravillosa de Carmelilla Montoya en marzo… Se habló de papeleo, ¡glubs!, tema muy poco flamenco pero que está ahí, de la guitarra…
Pero entre todos los temas, hay uno que quiero resaltar: la importancia, en el campo del flamenco (en el fondo, en todos los ámbitos) de la persona, que es inseparable del artista. Ser una persona íntegra, respetuosa, humilde, con inquietudes, hace mayor aún al artista y no solo a él, sino a todo su entorno. Tenemos la suerte de haber conocido en la Peña a muchísimos artistas con estas condiciones. ¡Qué privilegio!
No acabó ahí la cosa. Fue presentada oficialmente la guitarra de la Peña, recientemente adquirida. Es la que había tocado Kaveh en el escenario junto a Alberto. Alberto la estuvo “probando” y al poco, nuestro amigo Paco Mejías, enorme cantaor, se animó. ¡Vaya delicia! Con el acompañamiento genial de Alberto, Paco hizo una ronda de soleares dulces, sentidas, intensas, emotivas. Y luego por bulerías llenas de lo que tiene que ser, de gracia, desde Jerez hasta cuplés a lo utrerano y lebrijano. Sublime, sencillamente.
Gracias por ser así, Alberto. Gracias, José, por tu arte. Gracias especiales, también, a Kaveh y a Manolo, sin los que esto no hubiera podido ocurrir. Desde luego, a Paco Mejías, por su flamencura maravillosa, a toda la gente antes nombrada, a quienes estuvieron allí.
La próxima, el jueves que viene a las 12:00 en el Paraninfo de la Universidad. Nada menos que Torombo, con el tema ¿Qué puede aportar el flamenco al Trabajo y la Educación Social? Se trata de una actividad académica, aunque está abierta a quien quiera ir. Porque la Peña también aporta en lo académico. Y aviso que no será una charla ni nada parecido, y que están aseguradas las emociones fuertes. Hay que seguir así.
Fernando C. Ruiz Morales
Presidente de la Peña
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