Era la fiesta de pre-despedida del curso. Pre-despedida, porque después de ésta, que fue el día 7, aún queda una, el próximo 14 de junio. ¡Incombustibles!
Pero no sólo era la fiesta. Uno de los sellos de esta Peña es el universitario. Así que la cosa se abrió con un invitado de excepción, el fotoperiodista Fernando J. Crespo, que vino a presentar su libro Manos y palmas por bulerías.
Fernando, trianero afincado en Jerez, ha trabajado para ABC, El Mundo, Tiempo, Tribuna, Estadio Deportivo… Es un auténtico todoterreno, que tiene en el flamenco una de sus muchas pasiones. De hecho, ha sido crítico de flamenco en el Diario de Sevilla y en Sevilla Información. Entre sus exposiciones de fotos, participó en una colectiva de la Bienal de 2016.
El acto lo abrió la periodista Maty Capmany, que, entre otros medios, ha trabajado en Giralda TV. Maty es especialista en temas sevillanos: fiestas, los conventos de clausura, monumentos como la catedral, tauromaquia… Es la autora del prólogo del libro.
Fue en El Entramado, y la sala estaba abarrotada. Maty realizó una semblanza humana de Fernando y recorrió su labor en la prensa. Su intervención fue muy amena, incluyendo anecdotario. Resaltó su faceta solidaria, como la de observador internacional en Guatemala, o su labor en una ONG en varios países africanos y latinoamericanos. Resaltó, obviamente, su pasión por el flamenco, y terminó su exposición con un bello poema.
Intervino luego, con simpatía a raudales, el propio Fernando J. Crespo, que tuvo palabras de agradecimiento para Juan López, para Manolo Bohórquez (que iba a presentar el libro pero que anda recuperándose de un accidente que tuvo recientemente –desde aquí, los deseos de una pronta recuperación-), y para Eduardo Abad. Fue breve, pues Fernando habla mediante la fotografía. Lo dijo él: “Nosotros decimos con la fotografía”.
Y vaya si dice. El libro, fruto de un trabajo a conciencia realizado durante varios meses, capta escenas de una escuela de baile de Jerez. Cada una de las fotos es un mundo, con una profundidad expresiva cuya riqueza crece mientras más se contempla la obra. Son fotos flamencas, que penetran en el alma de los gestos allí mostrados, hasta el punto de llegar a conmover. Cada una de ellas. Y, de vez en cuando, los versos de Paz Ruiz. Se trata de una verdadera joya. Tuvo además la generosidad de regalarnos un libro para la Peña y otro que irá a la biblioteca de la Universidad. Muchas gracias por todo, Fernando.
Luego, la fiesta. Como suele ocurrir, hubo quien trajo, generosamente, cosas para picar, y encima riquísimas. Pero esta vez hubo algo más, muy especial: la gente de Utrera se presentó con una gran olla de potaje, obra (de arte) de Ángeles Volante. El ambiente fue distendido y animado, como siempre. Por allí andaban numerosos socios y socias, y gente que venía por primera vez, como nuestra admirada periodista Tere Peña (hermana del llorado Juan y del maestro Pedro), su hijo el musicólogo Gonzalo Montaño (¡una delicia hablar con ambos!), o Estefan y Jaime, alumnos del Máster en Investigación y Análisis del Flamenco. Entre los gozos mayores de la fiesta, ver de nuevo a nuestros queridos Manuel Requelo y a su mujer, Matilde. Como siempre, mil conversaciones y proyectos varios.
Los artistas que nos acompañaron fueron el cantaor Jesús de la Frasquita y el tocaor Amador Gabarri. Jesús ya nos ha acompañado en alguna ocasión anterior. También Amador estuvo una vez con nosotros, junto a Tomás de Perrate. Sentados (y de pie) en círculo en el patio, disfrutamos de lo lindo del buen hacer de ambos: por soleares, tientos, cantiñas del Pinini, bulerías y fandangos. Todo con ese sello de Utrera que Jesús lleva y mece con una flamencura sin igual.
Aunque estuvo genial en todo, esos cuplés por bulerías enamoraron. Y con un Amador excelso, virtuoso, perfecto al acompañamiento y valiente en las falsetas. Ambos, además, con alegría, a gusto. Así estábamos todos. En un momento determinado, Paco G. Rey cogió la guitarra de la Peña y se sumó a la fiesta, con todo oficio. Nuestro Manuel Requelo no pudo reprimirse y se lanzó con unos gitanísimos tangos extremeños, en los que también es sabio, y con los que hasta se pegó su pataíta.
Por bulerías bailaron, y vaya cómo bailaron, Luisa y Ángeles Volante, que son, si no me equivoco, de la escuela utrerana de nuestra amiga Triana, hija del gran Turronero y de Carmen Montiel, ahí es nada. Vaya arte, vaya compás, vaya gracia, vaya regocijo. Y para dar a todo un toque “exótico”, Jaime (todoterreno musical, pues es profesor de contrabajo en el conservatorio, especialista en jazz), nos sorprendió sacando un saxo que traía e hizo sus cosas en las cantiñas y en el cuplé por bulerías.
Con esto, ya hacía tiempo que había llegado la noche. Noche cerrada en el patio del edificio, porque no hay siquiera una bombilla. Uno de los socios había traído un foco, pero alumbraba demasiado y preferimos seguir en la absoluta penumbra, que tiene más magia. Daba igual. Estábamos a gusto, disfrutando del buen flamenco y de la buena compañía.
Fue, en suma, un magnífico colofón para casi cerrar el curso. Agradecemos a Fernando J. Crespo y a sus acompañantes, a Jesús y Amador, y a todas las personas que participaron, de forma especial a las de Utrera, porque llevaron las riendas de esta maravilla: a Luisa y a Ángeles Volante, por su arte (Ángeles, arte doble: porque ese potaje es inolvidable); a Paco, porque trabajó a tope la infraestructura; a José Manuel, Manolo y Cristian (entre otros) por su ayuda para ello, a la gente que trajo viandas y las preparó y montó. Por supuesto, también al Vicerrectorado de Cultura y su Servicio de Extensión Cultural.
Haciendo balance, han sido 20 las actividades, internas y externas, que hemos realizado este curso, aparte de las clases de baile, cante y guitarra. No nos gusta medir nada por el número, pero en este caso nos muestra que la Peña, a pesar de las limitaciones de tiempo que tenemos, está muy activa. En estas actividades han intervenido, por la parte artística, los cantaores Ana Gómez, Anabel Valencia, Angelita Montoya, Armando Mateos, Elizabeth Nadal, Jesús de la Frasquita, Juan Villar hijo, Maite Olivares, María Vargas, Marta la Niña, Paco Mejías, Rubito hijo; los guitarristas Alberto López, Amador Gabarri, Ángel Doblado, Calixto Lee, Curro Vargas, David Roldán, Fran Cortés, Jonathan Goldie, Juan Anguita, Kaveh Nassehi, Leah Krushevski, Marcos Serrato, Niño Martín, Pedro Sánchez, Vahan; y los bailaores Beatriz Cruz de Alba, Carmen Young, Coral Moreno, Joselito Fernández, Juan Tomás de la Molía, La Manmen, Luisa Palicio, Martha Rodríguez, Paula Salazar y Soraya Clavijo. Además de los Fuera de Serie.
Algunos, en su calidad de socios de la Peña, han repetido en alguna actividad externa. Es decir, una variedad, en estilos y en biografías, digna de resaltar. Hay artistas consagrados internacionalmente, jóvenes con hambre, trabajadores magníficos e imprescindibles… Y todos, con una cosa en común, dentro de esa variedad: tienen categoría. Artística y humana. Todos son excepcionales. Están escribiendo la apasionante historia del flamenco. Algunos llevan escritos capítulos y capítulos, otros aún, de momento, alguna página; pero todos son imprescindibles y nos han posibilitado un curso excepcional. Gracias infinitas a todos ellos, porque son grandes, generosos, flamencos de categoría.
Y, lo que no es menos importante, también han intervenido, exponiendo cuestiones flamencas de diverso tipo, gente de la investigación, de la gestión, de la comunicación o incluso del arte flamenco: Alexandra Hoffer, Águeda Borrás, Ángeles Cruzado, Carmen Pulpón, Curro Fernández, Esperanza Fernández, Fernando J. Crespo, Maty Capmay, Paco Rey, Pepa Sánchez, Pepa Vargas, Rafael Cáceres, Torombo, incluso un servidor.
La lista no está completa, porque faltan los nombres de todos y cada uno de los socios/y socias, que son en este momento más de 80: desde quienes componen la directiva hasta quienes asisten a los actos, desde quienes han traído comida hasta quienes no han podido asistir a nada pero no por ello han dejado de contribuir a que la Peña sea posible. Y faltan los nombres de los responsables de la Universidad que han estado implicados, desde la Vicerrectora de Cultura hasta los conserjes del Salón de Actos del CABD que tan amables se han mostrado siempre. Así da gusto, y así todo esto ha sido posible.
La próxima, el día 14 de junio, con la gente de las clases de cante.
Fernando C. Ruiz Morales
Presidente de la Peña
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