En el Paraninfo de la Universidad Pablo de Olavide tuvo lugar, el día 17 de octubre, una intervención de la Peña con motivo de la inauguración del curso del Aula Abierta de Mayores.
Presentó el presidente de la Peña, Fernando C. Ruiz, que habló brevemente sobre ésta y sobre un tema que resultó fascinante para el auditorio: la promiscuidad social del flamenco. Siempre atendemos la doble vertiente del flamenco: es arte y es cultura, y por supuesto nos interesan las dimensiones antropológicas y sociales del flamenco, reflexionar sobre ellas, difundirlas e investigarlas.
En esa intervención quedó patente, y el público supo captar (con sorpresa en algunos casos, puesto que se tocaron asuntos de los que escasamente se habla) cómo el flamenco es más hondo y tiene complejas significaciones socioculturales.
Tras las palabras, vino el arte. Sobre el escenario, Maite Olivares al cante y Ángel Doblado a la guitarra. Empezaron por tientos, en los que Maite mostró una voz poderosa y matizada a la vez, para culminar por tangos, con los que nos llevó desde los aires de Triana a los de su Extremadura, que la cantaora hace con una maestría fuera de lo común.
Luego vino el baile de Coral Moreno por tarantos, espléndidamente cantados por Maite, en línea clásica, que nos hizo acordarnos de Manuel Torre o de Fosforito. Es de resaltar la elegancia de las estampas de Coral, y sus bellísimos braceos, y cómo sus expresiones fueron absolutamente coherentes con las letras, cosa que no siempre vemos. Formidable.
A continuación, Maite se lució con unos fandangazos, que hicieron levantarse al público. Con aires de Alosno (de Bartolo el de la Tomasa y de Paco Toronjo), de Manolo Fregenal… La ronda fue excepcional, emotiva, de poner los pelos de punta.
Se cerraba la maravilla por alegrías y bulerías de Cádiz, con una Coral Moreno ataviada con bata de cola y mantón que se lució de nuevo, derramando gracia y verdad, transparencia y emoción, energía y sal. Y una Maite Olivares que fue un derroche de simpatía y de saber hacer, de arte y de gaditanía. Precioso.
Ángel Doblado estuvo todo el tiempo, sencillamente, de lujo. Fue un prodigio de riqueza musical, de sensibilidad, con falsetas impresionantes y con una sabiduría para acompañar y templar que no se corresponden con un guitarrista joven. Atención a él.
Con el público en pie, y a petición del mismo, hicieron un extra por bulerías, sin micros, espontáneo, con el que remataron una faena de dos orejas y rabo. En estas, además, Maite se lanzó también a bailar, provocando en el respetable, con toda razón, una felicidad fuera de lo común.
Y el público… Totalmente a la altura del espectáculo. De arte. Pudimos ver lo importante que es en el flamenco la conexión entre artistas y público. La gente de Las Cabezas de San Juan, Lebrija, Herrera, Gilena, Dos Hermanas, La Algaba, Pilas, La Puebla del Río, Aznalcóllar, Castilleja de la Cuesta, Gerena y Pilas llevaron en volandas a los artistas. Estuvieron geniales, y desde aquí queremos felicitarlos y mostrarles nuestro reconocimiento. Con un público así da gusto: todo es mejor y más flamenco.
Queremos destacar también el buen hacer de Rocío Cárdenas, Julia Muñoz y Teresa Rebolledo, responsables del Aula Abierta de Mayores de la UPO, así como su sensibilidad hacia el flamenco. Y la apuesta firme por esta parte central de nuestra cultura que realiza el Vicerrectorado de Cultura y Compromiso Social, encabezado por Elodia Hernández. Ole por ellas también. Y la buena labor al sonido de Santy Ruiz. Y un ole como la copa de un pino para Maite, Coral y Ángel.
Fernando C. Ruiz Morales
Presidente de la Peña
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