miércoles, 15 de noviembre de 2017

Antonia Jiménez, Davinia Ballesteros y Lola Yang en el ciclo "Las mujeres como transmisoras del flamenco"

Con el título “Mujeres guitarristas. Recuperando su sitio”, tuvo lugar en el salón de actos del Centro Andaluz de Biotecnología del Desarrollo esta actividad, que es la primera del ciclo sobre las mujeres en el flamenco.
Con nosotros, Antonia Jiménez, Davinia Ballesteros y Lola Yang. Esta vez no se llenó el salón, a pesar de que la ocasión lo merecía. Pero, como siempre llevamos a gala: mejor calidad que cantidad.



La entrevista la llevaron a cabo nuestros especialistas, la periodista Ángeles Cruzado y el antropólogo Rafael Cáceres. En la presentación hubo una explicación histórica sobre el papel de las mujeres como guitarristas, sobre el desplazamiento que sufrieron desde la época de los cafés cantantes y sobre cómo la historiografía del flamenco las ha olvidado.


Antonia es una pionera, quizás la gran pionera, del actual renacer de las mujeres a la guitarra. Nos contó su pasión por la guitarra desde pequeña, la oposición de la familia, y contó cosas llenas de sustancia: cómo, por ser mujer, ha tenido menos oportunidades y cómo, por ser mujer, tienes que ser muy buena para que te consideren, tienes que trabajar más que los demás.




Davinia reivindicó mayor y mejor presencia del flamenco en los conservatorios. Estos, encasillados en la partitura, desprecian la tradición oral, que tan fundamental es en el flamenco. Lola, simpatiquísima, nos contó su periplo desde China hasta que aquí se enamoró definitivamente del flamenco, “un arte muy profundo” al que definitivamente decidió dedicar su vida, aunque tiene formación musical clásica. La elocuencia y la cantidad de cosas que las tres podían enseñarnos hizo que se nos quedara corto el tiempo de la entrevista.





Luego vino la actuación. En ella, Antonia nos deleitó con tres composiciones suyas: tarantas, tanguillos aguajirados y pieza con aires de seguiriyas. Demostró su fuerza creativa, flamenquísima, con un toque complejo y jugoso, bestial de ritmo y de musicalidad. Atención, que saldrá un disco suyo, al que estaremos atentos.






Lola hizo granaínas, farruca y soleá, con las que nos recordó, solvente y sensible, a los grandes maestros clásicos de la guitarra flamenca. Davinia interpretó granaínas, de Gerardo Núñez, y siguió en Jerez, con bulerías gráciles y soleares, inspiradas en el maestro Fernando Moreno; con un toque rico y cristalino, una cascada de belleza.












Contrastes estéticos, con los que pudimos soñar, vibrar, emocionarnos. Y una cosa, creo, que esos contrastes demostraban: no hay toque de mujer. Hay flamenco inmenso en lo estético, flamenco bueno. Fuimos testigos de ello. Sí hay mujeres que están luchando y abriendo caminos, recuperando su sitio.   




Luego vino la fiesta, en el local del Entramado donde tenemos la Peña, con cositas de comer que la gente trajo. Otra vez simpatía y alegría, discusiones sobre flamenco, sobre lo humano y lo divino, risas, planes. Como corresponde. Imprescindible ese rato después de cada actividad. Davinia y Lola estuvieron. Antonia tenía que volver a Madrid, donde vive.



Estaba por allí, miren por dónde, otra guitarrista profesional, María José Domínguez, así que la cosa creció. Si Antonia es pionera, María José ha puesto una pica en Flandes: actuaba en la época de los festivales de verano y en los tablaos, cuando el guitarrista era siempre un hombre. De pronto, el tema de la actividad cobró una nueva y necesaria dimensión; ante nosotros, otro hito en el tema que nos traía. Fue un placer hablar con ella y un placer escucharla, con un toque potente y para el baile, que hizo con una guitarra difícil que le dejó un amigo vasco. Con María José a la guitarra, se lanzó a cantar Isabel la Campanera, amiga de San Fernando.
Otra vez, especial, muy especial.



Vaya mi agradecimiento a la gente que asistió y a la gente que lo hizo posible, porque cada actividad requiere de una organización mayor de lo que parece: Manolo González, Maite Olivares, Paco Rey, José Manuel Díaz, Manolo García, Dani Urquiza, Salvador Arjona, Kaveh Nassehi, Isabel Guerra… También a Beatriz, Pilar y a muchas más personas. ¡Ole! 
Damos las gracias también al Instituto Andaluz de Flamenco, a la Universidad Pablo de Olavide, a su Vicerrectorado y su Unidad de Cultura, y al Centro Andaluz de Biotecnología del Desarrollo.




La próxima cita será la presentación de la edición revisada y ampliada del libro de Antonio Ortega sobre el Bizco Amate, el día 23 de noviembre. Estará con nosotros ese gran periodista y escritor.
En cuanto al Ciclo de las mujeres, atención, porque la próxima artista que nos visite será nada más y nada menos que Remedios Amaya. Pero antes de que Remedios nos honre con su presencia hay prevista, en diciembre, una visita a las zambombas jerezanas.

PD: Esta croniquilla llega tarde por problemas de tiempo. Para colmo, la hago muy afectado por el fallecimiento del amigo Quini Martín, el educador más flamenco del mundo, que nos ha dejado de pronto. Quini era de los imprescindibles.
Fernando C. Ruiz Morales
Presidente de la Peña

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