Un principio de la Peña es buscar que cada actividad
sea memorable. Para ello hacen falta dos cosas: la asistencia de gente que ama
el flamenco o que le interesa, que sepa degustar lo bueno, tenga ganas de
aprender y de disfrutar, y todo ello con un buen ambiente, abierto a la
sorpresa, al diálogo y, por qué no, a la fiesta. El segundo ingrediente es la
presencia de artistas o de estudiosos del flamenco con un don especial:
apasionados, inteligentes, conocedores, con memoria, artistas como la copa de
un pino, y comprometidos con el flamenco. En realidad la Peña no elige a esos
artistas, sino que ocurre que son ellos, de alguna manera, los que nos eligen a
nosotros. En los tres años que la Peña lleva de actividad renovada, han pasado
por aquí artistas como Rocío Márquez, Esperanza Fernández, Manuel Romero, Mari
Peña, Miguel Ángel Cortés, Alberto López, Antonio Moya, Angelita Montoya, Pepa
Vargas, Antonio Colchón, Tomás de Perrate, Marta Valparda, Mario de Alcalá, Kaveh
Nassehi, Jesús Ponce, Jesús de la Frasquita, Torombo, Esther Weekes, José L.
Scott, José María de Lepe, Regina, Casto Márquez, Maite Olivares, La Manme y algunos
más, todos selectos. Y estudiosos o activistas del flamenco como J.M. Suárez
Japón, Ildefonso Vergara, Miguel López Castro, Curro Aix, David Colchón, Alberto
del Campo, Rafael Cáceres, Quini Martín,…
Hasta ahora, ha funcionado una especie de magia cada
vez que nos hemos dirigido a alguien del flamenco para pedirle que nos
acompañara. Ha habido una intuición especial, compartida con esos flamencos,
que al final son los que eligen la Peña de la UPO como foro para el arte, el
aprendizaje, la celebración de la vida.
El día 11 de noviembre de 2016 se escribió otra
página preciosa en el libro de la Peña. Jesús Heredia, 83 años, más de 60
dedicado a esto, gitano astigitano y trianero, tuvo a bien regalarnos con su
presencia.
Con la guitarra genial de Kaveh y la percusión
medida de su nieto Moisés Heredia, empezó haciendo la malagueña doble del
Mellizo y del Canario, que remató por abandolaos que me recordaron a Puente
Genil. Luego, la minera, que hizo con la misma letra con la que ganó la Lámpara
Minera en 1992, y la remató por tangos a lo Naranjito de Triana. Después, las
guajiras primitivas, tan distintas de las de Marchena. Bulerías con ecos
jerezanos y gaditanos. Siguió lo festero por tangos. Después soleá por bulerías
recordando a Rosalía de Triana. Una ronda de seguiriyas, donde Triana estaba en
plenitud. Siguió con tonás trianeras. Luego, fandangos naturales, incluyendo
alguna letra improvisada para un chiquillo que estaba entre el público. Y como
colofón, cantes de siega y trilla.
Sabiduría y sabor. Desde esas sentidas malagueñas
llenas de sensibilidad, hasta los cantes con los que cerró, que casi no se oyen
ya, pasando por las sorprendentes y salerosas guajiras añejas, las bulerías que
encerraban la esencia de los grandes tablaos y toda la gracia del mundo, las
tremendas seguiriyas… Una voz que venía de muy lejos, de las más profundas
vetas de la historia del flamenco. Dolor y garbo. Como siempre fue entre aquellos
que tuvieron el flamenco como forma de vida. Jesús es uno de los últimos héroes
de ese flamenco que supo de tablaos, de transmisión directa entre artistas, de
amaneceres flamencos después de toda la noche. Y nos lo demostró con creces.
Entregado, apasionado, sembrado. Es difícil explicarlo: las explicaciones deslucirían
lo que esa velada fue.
Todo esto, con sabrosísimas aclaraciones sobre los
cantes que hacía y con referencias a su propia trayectoria, lo que multiplicaba
su valor. ¡Sabía bien el maestro que estaba en una Peña de gente con ganas de
aprender! En sus disquisiciones salieron artistas como Antonio Mairena, Manolo
Caracol, la Niña de los Peines, Tomás Pavón, los Caganchos, los Pelaos,…
El repertorio que hizo. Las letras (¡vaya gusto!).
La intensidad. La intención. El rescate, luz de la memoria. Una lección
inolvidable para los algo más de 30 privilegiados que estábamos allí.
Luego vino la fiesta de los socios e invitados. En
ella no estuvo el maestro, pues tiene un estricto horario y régimen de comidas,
las cosas de la edad. Pero, aunque se fue, su eco se quedó, rotundamente, con
nosotros. Allí hablamos de lo que acababa de ocurrir, de mil temas de flamenco
y de lo que se terciara. Por cierto, servidor había dicho de no traer comida en
esta ocasión, lo que se saltó a la torera no poca gente. Allí hubo tortillas de
patatas, canapés, un chorizo tela de bueno, una carne mechá que vaya tela,
aceitunas, riquísimas magdalenas con chorizo (¡sí!), ensaladilla,…
Espectacular. Anda que me hicieron bastante caso… ¡Viva la libertad! Entre los
asistentes, quiero resaltar una vez más a la gente de Utrera, pero también a Rocío
y Beatriz, del Instituto de la Grasa, que creo que es hoy por hoy la
institución científica más flamenca del mundo (hay unos pocos de socios/as de
tal institución).
En determinado momento, cogió Kaveh la guitarra, y
con eso y el cante de Manuel Requelo, la cosa fue creciendo, y hubo ese baile
tan flamenco y a la vez personal de Isa, Maribel, Ángeles,… también de una nueva
incorporación de Utrera (Luisa) que vino por primera vez (¡qué buena escuela
tiene allí nuestra socia Triana!), y el de nuestra amiga Concha y, atención, su
madre: ¡una señora de 94 años! No lo soportó más: soltó el bastón, se levantó
de la silla y se puso a bailar con toda la gracia del mundo. ¡Viva lo viejo! Y
no solo Requelo cantó, maravilloso como siempre (por bulerías sobre todo, pero
también lo hizo por fandangos y -¡ofú!- por soleares), también se animó Bea por
bulerías con enormes ganas. ¡Ay, lo que hubieran aprendido los alumnos!
Agradecimientos especiales al maestro Jesús Heredia,
así como a Kaveh y Moisés que lo acompañaron. También a la gente nombrada, y el
resto de asistentes. De forma muy especial, a Tomás Wilson que fue quien
propuso esta actividad y contactó primero con el maestro (igual que pasó con la
actividad sobre los fandangos de Huelva); a Manolo García que lo trajo y lo
llevó de vuelta; a José Manuel Mibri (sector alcalareño, como Manolo), que es clave,
por la infraestructura, por dar la cara, por hacer fotos y grabaciones, por
comunicar; a Sherman, que aseguró para la Peña la memoria de esta actividad. A
todos, por el buen humor, el buen sentido, la pasión, la colaboración, el
ambiente. Y dar la bienvenida a un par de nuevos socios, por supuesto: están en
su Peña.
Sigue la magia.
Texto
Fernando C. Ruiz Morales
Presidente de la peña
Fotos
José Manuel Díaz "Mibri"
Secretario
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