Se
inició el ciclo cultural “Las mujeres como transmisoras del flamenco” con la
primera de sus tres actividades: nada menos que Esperanza Fernández con Pepa
Vargas, su madre. Fueron entrevistadas en la primera parte por el antropólogo
Rafael Cáceres, y en la segunda parte, la actuación, tocó la guitarra Miguel
Ángel Cortés.
Por
si alguien no lo sabe, debo decir que Esperanza Fernández es una cantaora cuyo
enorme y merecido prestigio traspasa ampliamente nuestras fronteras. Es una de
las cantaoras más importantes de la actualidad, cuyo caché ni de lejos podría
alcanzar actualmente la Peña. Y Miguel Ángel Cortés está considerado uno de los
principales guitarristas de la actualidad, siendo para muchos el mejor hoy en
día al acompañamiento. ¿Por qué estuvieron entonces ayer con nosotros? Porque
son flamencos. Porque tienen un corazón como la copa de un pino. Porque tienen
una conciencia muy clara sobre la importancia del flamenco como manifestación cultural
mayúscula que hay que promover. Ni más ni menos. Ya todo esto nos indica la
importancia del evento al que asistimos. Pero hay más…
Para
empezar, inauguró el ciclo la
Vicerrectora de la Universidad Pablo de Olavide, Elodia Hernández, con hermosas
palabras en las que mostró su apoyo a la Peña. Un apoyo real que permite la
existencia de la Peña: apoyo en infraestructuras y servicios de todo tipo,
además de económico. Habló después un servidor, simplemente presentando el
ciclo en general y lo que venía a continuación.
La
primera parte de la actividad, la entrevista, fue conducida como dije por
Rafael Cáceres, uno de los más importantes estudiosos del flamenco como
científico social, profesor de la UPO, y socio de la Peña. En el escenario, con
él, Esperanza Fernández y su madre, Pepa Vargas. Los 40 minutos de la
entrevista se nos hicieron cortísimos a todos los presentes, que escuchamos
encandilados, en un silencio atentísimo, solo roto por algún niño pequeño
presente entre el público (¡pero tiene que haber niños!).
Nos hablaron, madre e
hija, sobre su infancia, su aprendizaje del flamenco, la realidad de la mujer
en el mundo flamenco, las influencias perdurables que recibieron,…
Absolutamente revelador, tuvimos un testimonio vivo de la historia del flamenco
desde hace más de 60 años. Un testimonio vivo y además enormemente ameno,
claro, humanísimo. Un baño de cultura como la copa de un pino, en un ambiente
relajado y a la vez denso en contenidos y con una prodigiosa amenidad. Si Pepa
me sorprendió por sus explicaciones desde la infancia lebrijana sumergida en el
centro del mundo flamenco, Esperanza lo hizo por su rotunda claridad y su
saber. Ambas, por su transparencia, sus opiniones fundamentadas, su sinceridad.
Es que son artistas hasta hablando, y nos permitieron aprender más sobre el
flamenco y sobre la vida, papeles, transmisión, profesionalización y más temas
en relación con las mujeres en el flamenco. Pero más: el gran cantaor Curro
Fernández, marido de Pepa, padre de Esperanza, estaba allí, e hizo algunas
intervenciones igualmente de enorme interés. El turno de preguntas del público
fue muy breve, por no pasarnos del tiempo, pero había para muchísimo.
En
la segunda parte, tanto Esperanza como Miguel Ángel nos demostraron por qué son
quienes son en el flamenco actual. Empezaron con unas cantiñas del Pinini, a
las que siguieron unas seguiriyas (porque las mujeres también pueden doler por
seguiriyas, aunque algunos antiguos opinaran, hace años, lo contrario), y
tangos de Pastora Pavón y de la Repompa de Málaga. Entre otras cosas, hay dos
que quiero destacar: una, la enorme y deslumbrante riqueza de matices de la voz
de Esperanza, que sinceramente me conmovió, sobre todo en las seguiriyas y en
algunos tercios de los tangos. Otra, la maestría absoluta de Miguel Ángel Cortés.
Tras
esto, subió al escenario, a invitación de la propia Esperanza, Pepa Vargas,
para hacer, entre ambas, unas bulerías. Ahí reventaron el salón de actos del
CABD, donde se celebró el evento.
De forma especial, la voz rota, antigua, gitanísima,
de Pepa, que se trasladó a su Lebrija natal, y nos evocó a la Perrata entre
otros, nos dejó a todos alucinados. Impresionante, simplemente impresionante la
interpretación que hicieron.
Cerró Esperanza por bulerías, poniendo así la
guinda a una actuación que recordaremos siempre. Tengo que decir algo más de la
actuación: olvidé decir a Esperanza, antes de empezar, que si podía relacionar
los cantes con la temática tratada en la entrevista. Sé que era una difícil
propuesta, pero quería intentarlo. El caso es que, con los trajines del
principio, se me olvidó proponérselo. Pues bueno: Esperanza relacionó los
cantes que hizo con los contenidos de la entrevista, y en buena medida hizo
además un homenaje a las mujeres cantaoras. Su enorme sensibilidad, su enorme
inteligencia, su enorme capacidad, están más allá. Ole y ole. Disfrutar y
aprender, es lo que nos permitieron a los privilegiados que asistimos al acto,
pero además con una intensidad y niveles fuera de lo común.
El
público salió, como no podía ser menos, encantado de la experiencia vivida, que
está más allá de una entrevista y más allá de una actuación. Salió con ganas de
más. Varias personas se me acercaron con interés en hacerse socios de la Peña,
e incluso algunos (a quienes desde aquí doy la más calurosa bienvenida),
directamente, se apuntaron a la salida.
Después
teníamos la reunión de los socios en el local donde tenemos la Peña. Y temía
que los artistas quisieran irse directamente a su casa, pero otra vez se impuso
su flamencura.
Estuvieron
con nosotros hasta casi que nos fuimos todos, dos horas después de terminada la
actuación. Alguna gente trajo algo para picar (¡muchas gracias!), y estuvimos
departiendo durante un buen rato. En una tarde-noche de fuertes impresiones, me
emocionaron la bondad y la calidez, y la increíble humildad, de esta
maravillosa familia gitana. ¡Qué delicia hablar con Curro, con Esperanza, con
Pepa! Con ellos pudimos hablar con toda la naturalidad, como si nos
conociéramos de siempre. Igual que con Miguel Ángel, que le ha tocado a todos
los grandes de los últimos años, desde Enrique Morente hasta Esperanza, pasando
por Chano Lobato o Miguel Poveda, entre otros muchos. Qué cosa más flamenca.
Aunque no hubo quien se animara a cantar (y creo que si alguien se hubiera
lanzado, ellos habrían seguido). En todo caso, una noche mágica.
AGRADECIMIENTOS:
Quiero
agradecer su presencia a todos los socios que fueron, pues además en la reunión
pudimos hablar, discutir, reírnos, en un ambiente, como siempre, distendido y
maravilloso que solo es posible por ellos. Y claro: salen cosas. Hay una
interesante propuesta de Rosalía Martínez, anterior Vicerrectora, socia de la
Peña, que ya hablaremos, pero que me parece de enorme interés. Y bueno, las
cosas de los antropólogos: Pepa Vargas dijo, con razón, que su vida es “como
para escribir un libro”. Entonces se lo dije: ¿y por qué no? Pues aceptó, así
que se intentará. Otra generosidad más. Y aunque resulte pesado: ¡qué enorme
honor y qué privilegio!
En
los agradecimientos, quisiera destacar la labor realizada por nuestro tesorero
Paco Rey, por nuestro secretario José Manuel Mibri, por el propio Rafa Cáceres,
sin quienes no hubiera sido posible esto. También agradecer su disposición a
Isabel, de la Unidad de Cultura, y por su puesto a Daidee, responsable, entre
otras cosas, de los preciosos carteles del acto. Y a Ángeles por sus
sugerencias para la próxima actividad, que ya indicaremos; a Manolo García,
proponiendo ya cosas para el año que viene; a Isa, a Tomás, a Salvador, Juan, Kaveh,
Consuelo, Kurro,… Y a Marta, amabilísima, de la gestora de Esperanza. En fin, gracias a todos. ¡Ah, y a la conserje del CABD! Casi
rompo la puerta del edificio al intentar abrirla cuando estábamos fuera, pero
supo controlarse y mostrarse amable en vez de decirme de todo menos bonito, que
era lo que pegaba, jejeje.
El
salón, por cierto, estuvo lleno. Y eso que la UPO está tan lejos de todo. Aunque no
debemos mirar cantidades sino calidades, esta vez hubo de las dos cosas. ¡Esto
marcha!
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