ACTIVIDAD DEL 27 DE OCTUBRE DE 2017
Lo primero y principal: esta actividad
ha sido posible gracias a Kaveh Nassehi. Servidor acudió como
curioso, no más. Ha sido en la Casa de la Guitarra, un coqueto
museo-tablao en pleno barrio de Santa Cruz, de la mano del
responsable de la misma, el maestro José Luis Postigo.
Decir, aunque seguramente no hace
falta, que José Luis Postigo es uno de los guitarristas más
importantes del escenario flamenco desde los años setenta y sobre
todo desde los ochenta. El maestro Postigo fue protagonista, en
primera línea, de la eclosión de festivales y de la dignificación
del flamenco, de la extensión de nuestro arte desde los tablaos
hasta la escena internacional. Ha sido solicitado por muchísimos
cantaores, por su dominio, compás, oficio, elegancia, gracia,
justeza… Por su sabiduría. Además, es un estudioso y enamorado de
la guitarra.
Cuento con brevedad. Lo primero es ese
impresionante espacio, lleno de viejas guitarras, calladas. Guitarras
que parecían mirarte orgullosas, como si guardaran un tesoro
inaccesible para el extraño, un tesoro encastrado en sus cuerpos y
en sus cuerdas. Una casa de guitarras. Silenciosas y evocadoras de la
música que una vez fue en ellas.
El encuentro, que empezó a las 12:30, terminó a las 15:20. Casi tres horas, sin darnos cuenta. En el fondo, fueron cinco minutos escasos. Lo decían las guitarras, mirándonos desde su tiempo antiguo.
El encuentro, que empezó a las 12:30, terminó a las 15:20. Casi tres horas, sin darnos cuenta. En el fondo, fueron cinco minutos escasos. Lo decían las guitarras, mirándonos desde su tiempo antiguo.
Disculpad, porque quería ir al grano,
y no puedo. Hechizado, o no sé qué, desde que José Luis Postigo
nos recibió. El maestro, no ya el maestro guitarrista sino el
maestro de ceremonias, nos habló de la historia de la guitarra desde
el siglo XVI. Resaltaría la aportación decisiva del rondeño
Vicente Espinel, al crear la quinta cuerda en el siglo XVII, y las
novedades del XVIII. Nos contó toda la evolución del instrumento,
las modificaciones constructivas y técnicas, con el papel crucial de
Francisco Sanguino en Sevilla, con el de los Pagés en Sevilla y en
Cádiz…
No es sólo preciosa información;
también emociones. En un momento determinado, el maestro Postigo se
acerca a una de las vitrinas donde reposan las guitarras. Coge una
Pagés de 1807. Toca. Salen de ella sonidos de hace 200 años,
potentes y sonoros, deseando salir, desbocados, pero a la vez dóciles
a su maestría. 200 años de música, de luz, de historia.
Nos sigue hablando de la evolución de
la guitarra, y llegamos al punto álgido: el constructor almeriense
Antonio Torres Jurado, a mitad del siglo XIX, que tuvo su taller en
la actual calle Cerrajería de Sevilla. Torres culminó, con una
serie de innovaciones, la evolución técnica de la guitarra tal como
hoy la conocemos. Antonio Torres Jurado, andaluz, es el padre de la
guitarra actual. Este año se cumple el 200 aniversario de su
nacimiento. Pero nadie se ha enterado en Andalucía. Más aún: si
preguntamos por la calle, nadie lo conoce aquí. Borrado de la
memoria. Devaluado en su tierra pero, en cambio, reconocido,
cultivado y presente en Madrid (donde es posible que lo consideren
ejemplo de la genialidad española), en Cataluña (donde
quizás anden buscando algún sitio donde agarrarse para hacerlo
catalán), en Japón (donde puede que lo vean como gitano
y español). Nadie se ha acordado aquí de él. En Andalucía
no existe.
La escuela de Torres siguió en Madrid,
con los hermanos Ramírez, y con Santos, Esteso y Enrique García.
Por supuesto, Fernando Sors, Andrés Segovia, Tárrega y otros
ilustres guitarristas aparecen en el discurso amoroso del maestro
Postigo.
Y saca de la vitrina una guitarra de
Santos Hernández que perteneció… a Javier Molina, el padre de la
escuela jerezana de toque. Debería dejar de contar esto, para ser
fiel a lo que sentí (menos mal que es una “crónica subjetiva”,
no periodística). Me perdí porque jamás pensé que tendría el
privilegio de escuchar en vivo la voz de Javier Molina, que se
fue hace tantos años, en las cuerdas de su guitarra, ahí, frente a
mí.
Recuerdo que el maestro Postigo habló,
ya en flamenco, de don Ramón Montoya y su aplicación de técnicas
clásicas al flamenco, de la guitarra a lo barbero…
Luego hubo un cambio de tercio. Temas
de influencias judías y moriscas en el flamenco, de gitanos y
moriscos, de gitanos canasteros y caseros… Y de su vida
profesional, que abandonó hace pocos años. Y de sus inicios en el
baile, y en la guitarra. De Paco Taranto, del Cabrero, Antonio
Mairena, artistas, y anécdotas (las cosas de Enrique el Cojo,
geniales). No era ahora una charla. Era una tertulia, con los ocho
privilegiados que estábamos allí. Relajada, amable. Y las
guitarras, alrededor. Yo me acordé de alguna novela sobre príncipes
renacentistas amantes del coleccionismo de obras de arte, y el
maestro Postigo me parecía uno de ellos.
Pudimos aprender, admirarnos, y desde
luego, reírnos. Porque los flamencos, los flamencos de verdad, los
que han vivido y han creado, son gente sencilla (¡aunque sean muy
importantes!); son gente con corazón, y divertida, y miran a los
ojos cuando hablan contigo.
José Luis Postigo, que forma parte de
la historia del flamenco, nos ha recibido en su mágica Casa de la
Guitarra. De la manera más flamenca, como corresponde a su cultura
enorme, de la que pudimos participar.
Nos despedimos entre saludos que
parecían de gente que se conocía desde antes. En aquella sala,
ahora vacía, se quedaron las guitarras.
Gracias, maestro, por tu generosidad,
tu sabiduría, tu humanidad tan flamenca. Quién me iba a decir a mí,
años atrás, que ese guitarrista al que vi actuando tantas veces,
siempre sublime, echaría un rato prodigioso conmigo y con unos
amigos. Lo dicho: un privilegio.
Dos cosas más, para terminar:
En la Casa de la Guitarra hay
actuaciones de flamenco a diario (teléfonos de información: 954 224
093 y 954 227 898), y con grandes artistas, lo aseguro.
Otra, maravillosa: estuvo con nosotros el periodista y escritor Antonio Ortega. Resulta que acaba de salir la segunda edición, revisada y ampliada, de su excelente biografía sobre el Bizco Amate, un personaje muy singular de la Sevilla flamenca… ¡Y está dispuesto a venir a la Peña a presentar ese libro! Ya informaremos.
Otra, maravillosa: estuvo con nosotros el periodista y escritor Antonio Ortega. Resulta que acaba de salir la segunda edición, revisada y ampliada, de su excelente biografía sobre el Bizco Amate, un personaje muy singular de la Sevilla flamenca… ¡Y está dispuesto a venir a la Peña a presentar ese libro! Ya informaremos.
Fernando C. Ruiz,
Presidente de la Peña
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